Lunes 29 de Abril de 2024

Cumplen 14 años, desaparecidos del camión Pirasol

Miguel Barragán [email protected]   CIUDAD VALLES. Hoy se cumplieron 14 años de la desaparición de 31 hombres que iban al norte, azuzados por polleros hoy impunes, en el famoso autobús de la empresa Pirasol y las autoridades sólo “nada” han dado como respuesta a los que siguen esperando por saber de sus seres amados. La […]

Miguel Barragán

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CIUDAD VALLES. Hoy se cumplieron 14 años de la desaparición de 31 hombres que iban al norte, azuzados por polleros hoy impunes, en el famoso autobús de la empresa Pirasol y las autoridades sólo “nada” han dado como respuesta a los que siguen esperando por saber de sus seres amados.

La organización Voz y Dignidad por los Nuestros y sus dolidos miembros participaron de la celebración de una misa en la parroquia de Nuestra Señora de San Juan de Los Lagos, en la que volvieron a pedir, como hacen a diario, por el regreso de los 31 hombres que desaparecieron sin rastro luego de cruzar el poblado de Valadeces, municipio de Díaz Ordaz, Tamaulipas, un día como hoy de 2010.

María Graciela Netro vio partir a su hijo de 25 años de edad en el camión, desde Xilitla, hacia el norte y luego ya no supo nada de él.

Contiene la ira y las lágrimas, porque sabe de antemano que un par de polleros, Arturo Mayorga y Arturo Benítez fueron los que arreglaron el viaje hacia Estados Unidos en ese camión, pero no viajaron en el autobús que se convirtió en el vehículo de la perdición de su hijo y de 30 más, ni tampoco han enfrentado a la justicia por este hecho en más de una de década.

Su hijo, Enrique de la Torre Netro, aparece sonriente, en la playera que ella porta, y hoy, “tendría” (dolorosamente ella usa el verbo en copretérito, en un pasado que no deja de transcurrir) 38 años de edad, 14 años que no ha sabido de su hijo.

No grita, no se enciende en rabietas, solamente dice que de las autoridades no ha obtenido nada y que nada de su hijo sabe aún, pero aunque las entrañas se hayan desecho de dolor, sigue adusta y decidida a encontrar al hombre que porta en su playera de solemne conmemoración.

Luego de la misa, las madres, hijas, hermanas y esposas de desaparecidos de todas las regiones de la Huasteca caminaron con las mantas colmadas de retratos hacia la plazoleta de la Comisión Federal de Electricidad, desde donde volantearon entre los automovilistas, como intención última de intentar conocer el paradero de sus amados.

Clamaron a una voz el lugar común de muchos familiares de desaparecidos: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.

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