UNA de las tragedias de este país, al margen de la promiscuidad desaseada y cochambrosa de perredistas convirtiéndose al verdismo en esta entidad alejada de la mano de Dios es la falta opciones políticas que hay en México, en los estados, en las ciudades y hasta en las colonias de algunos centros poblacionales. La clave está en poner pocas opciones para que no quede de otra más que el ciudadano se decante por alguno de los que seguirá con el sistema o lo cambiará para siempre, para continuar haciendo lo mismo, como lo está haciendo el priista Andrés Manuel López Obrador, quien reniega del priismo y solivianta el apoyo social como nadie, a la peor manera de salinato (1988-1994)…
UN ejemplo rapidito: en las últimas elecciones, había cuatro opciones: la continuidad de la corrupción con José Antonio Meade; el panista mocho ya degustado y vomitado por la opinión pública en la persona de Ricardo Anaya Cortés; el payaso de ideas medievales que hubiera jurado decapitar secuestradores para gustarle a la derecha guanajuatense, Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” y el ahora presidente, un priista de cepa que se convirtió a una postura política llamada de izquierda y que manejó el discurso acertadísimo de separarse de la política tradicional alegando que todos son malos, menos él (se cree en el inicio de la premisa, no en la segunda parte) y pácatelas, el político de supuesta izquierda, con un partido fundado por él mismo arrasó con las elecciones. ¿Qué opciones tenía el elector? De hecho, la tuvo fácil AMLO, ¿no?…
SI el gobernante sale igual que los del pasado reciente, como se ha visto, ya que la concesión de apoyos en decenas de miles de millones en lugar de la incentivación de la inversión y del empleo es el peor enemigo de la democracia que se quiera ver, ¿de quién fue la culpa? El elector no la tiene, sino la falta de opciones políticas. Aunque se presuma de una 4T y de un nuevo régimen, éste se yergue teniendo a un priismo rancio y cambiado de camiseta, pero no porque el elector sea tonto o no se fije, sino porque, o era votar por el “viejito cabeza de algodón” o por el priismo ultra corrupto de Peña, con Meade, o por un panismo reaccionario al que le encanta la violencia desbocada. Del otro mejor ni hablamos…
ESO pasa en la CNC de San Luis Potosí. Los miembros de la Confederación Nacional Campesina tienen de dos sopas: Ángel de la Vega Pineda, que fue un grisáceo líder de ganaderos en la Huasteca y quien no le sabe caer bien a nadie y el inefable Óscar Bautista Villegas, que es el epítome de la actitud desfachatada y cruel que permite que su hijo prenda cigarros con un billete de a 500 pesos, mientras 1.4 millones de potosinos son pobres de los 2.8 millones que viven en el territorio. Un hombre que está íntimamente emparentado con la ecuación corrupta, porque era el tramitólogo de cómo blanquear cuentas de alcaldes rateros…
¿Qué le espera a la CNC? La pregunta, por supuesto, es necia.
