Domingo 28 de Abril de 2024

Guillermo y Catalina en Alemania

Multitudes los reciben en la Filarmónica de Elba.

[EFE]

Los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, cerraron ayer su intensa visita de tres días a Alemania en Hamburgo, con un baño de multitudes en la Filarmónica del Elba, la nueva señal de identidad de la ciudad y el proyecto cultural más caro del país.

La pareja real llegó a Hamburgo en un tren de alta velocidad ICE procedente de Berlín, donde había pernoctado, y prosiguió con su visita entre saludos a la ciudadanía que se acercó para seguir sus pasos, tanto en la estación como ante

la Filarmónica.

El último día de su estancia en Alemania estuvo marcado por el mismo revuelo mediático que las dos jornadas precedentes, en que las cámaras han capturado cada una de las etapas de los duques de Cambrigde, con especial atención los de Catalina.

RECORRIDOS

Tal como ocurrió, cuando visitaron la ciudad de Heidelberg, en Hamburgo no estuvieron acompañados de sus hijos, Jorge y Carlota, a los que apenas se vio en su primer día en Alemania, al llegar a Berlín.

La Filarmónica del Elba es un imponente edificio, inaugurado el pasado año, que se ha consolidado como escala obligada para quienes visitan el país, como ocurrió en la pasada cumbre del G20, cuando la canciller, Angela Merkel, invitó a un concierto al presidente de EEUU, Donald Trump, y a los restantes líderes de las potencias industriales y países emergentes junto a sus esposas.

De ahí los duques de Cambridge se trasladaron a la sede del consorcio aeronáutico Airbus, un capítulo menos mediático, pero igualmente ilustrativo del poderío económico de la ciudad hanseática.

Los tres días de visita oficial a Alemania han combinado el protocolo con la agenda política, los contactos con la ciudadanía y la exhibición de fotogenia, por parte de Catalina.

RECEPCIONES

La primera jornada se repartió entre las recepciones en Berlín con Merkel y el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, así como el paso bajo la emblemática Puerta de Brandeburgo, y la visita a un proyecto social en el barrio de Marzahn, en el antiguo sector comunista de la capital.

Se trasladaron a Heildelberg, ciudad hermanada con Cambrigde, donde visitaron un centro de investigación contra el cáncer, amasaron un “brezel” -típico bollo salado en forma de lazo- y compitieron entre ellos en una regata por el río Neckar.

Fue este el capítulo más informal, donde tanto Guillermo como Catalina se enfundaron en prendas deportivas para capitanear cada uno de ellos uno de los barcos en liza.

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