Lunes 29 de Abril de 2024

Murió Gastón Santos Pue

Miguel Barragán [email protected]   CIUDAD VALLES. La tarde de hoy, el legendario rejoneador, actor de cine, ganadero de alta escuela y figura primordial de la época de oro de este y otros países, en lo que se refiere al ambiente clásico del Jet Set, Gastón Santos Pue falleció a la edad de 93 años, luego […]

Miguel Barragán

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CIUDAD VALLES. La tarde de hoy, el legendario rejoneador, actor de cine, ganadero de alta escuela y figura primordial de la época de oro de este y otros países, en lo que se refiere al ambiente clásico del Jet Set, Gastón Santos Pue falleció a la edad de 93 años, luego de una serie de complicaciones de salud que lo aquejaban.

Fue hijo de otro personaje indispensable para entender la política y la vida pública en el México posrevolucionario y gobernador de San Luis Potosí, Gonzalo N. Santos, en tiempos en los que el poder se tomaba, sin aquiescencia de nadie.

Así como sucedió a su padre Gonzalo en el ocaso de su vida, murió en octubre de 1978, quien enfrentó la expropiación de su rancho El Gargaleote, por parte del entonces presidente de la República, José López Portillo, Gastón Santos se enfrentaba a un presunto despojo de sus tierras que le provocó males que incluso lo llevaron a la cárcel durante un tiempo, por supuestamente herir a un abogado que le había jugado una mala pasada. El conflicto quedó irresuelto, así como el de sus tierras colindantes con el Aeropuerto de Tamuín. Sus abogados decían que el viejo en ese entonces octogenario, decía que lo único que le faltaba por conocer era la cárcel (La Pila) y se mofaba de haber experimentado incluso esa experiencia.

 

El más mundano de los potosinos

La alternativa como rejoneador y torero la tuvo en Portugal, a donde fue a aprender la tauromaquia, a los 23 años y de ahí en adelante, fue figura emblemática de la socialité en México, siempre ligado a asuntos políticos de altura, así como a relaciones sociales que iban desde los ciudadanos más humildes de Tamuín, hasta una relación amistosa con Bo Derek, la mujer 10, una de las actrices más afamadas de los años setenta y ochenta en Hollywood.

Él mismo se definía como un “macho alfa”, admirado por propios y extraños en todo el mundo por su porte de tipo anglosajón y su debilidad por las mujeres, la cacería, el deporte ecuestre y el ambiente más mundano que cualquier huasteco haya conocido jamás, cualidades que estos tiempos de la cancelación hubiera abominado, pero que lo colocaban en un lugar dorado de la historia del Siglo XX en este país.

Su rancho, famosa propiedad pletórica de lujos y de representaciones de ostentación está erigido en medio de una selva y, aunque ahora son ruinas a la manera de las que uno encuentra en una cinta hollywoodense de aventuras, fue la manera de decir de su padre, Gonzalo, a los “curros” de la capital, que los salvajes también pueden presumir de sofisticación y de garbo.

Fue amigo de todos los artistas conocidos de la época de oro del cine nacional e internacional y fue un tipo repleto de historias que sazonaba con ironía y con una autoridad que hoy sería políticamente incorrecta.

Su sala, llena de trofeos de fauna de todos los rincones del planeta, ahora será una estancia más sombría y sin la voz resonando en los muros del último clásico de México.

 

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