Jueves 09 de Mayo de 2024

Tigres se impone a Pachuca y conquista el Campeón de Campeones

Sun

LOS ÁNGELES, EU., junio 25 (EL UNIVERSAL).- Fue una reacción espontánea, instintiva. En cuanto Fernando Gorriarán culminó la jugada que armaron Luis Quiñones y Juan Pablo Vigón (31′), Robert Dante Siboldi dio media vuelta y fue a sentarse en el banquillo.

El director técnico de los Tigres siempre supo que, hombre por hombre, los Tigres eran superiores a un rejuvenecido y diezmado Pachuca, pero necesitaban demostrarlo sobre el lienzo verde del Dignity Health Sports Park.

Es por eso que halló calma cuando se marcó el tanto que abrió a los felinos regiomontanos las puertas del triunfo (2-1) y de su cuarto Campeón de Campeones, todos en un lapso de ocho años.

Además, tienen el boleto para enfrentar dentro de unos meses a Los Ángeles FC, actual monarca de la MLS, en la Campeones Cup.

Rasgo inequívoco de un grupo que no se cansa de levantar trofeos. Esta vez, el sol de California fue testigo de su nuevo baño de gloria.

Es cierto que André-Pierre Gignac ya no está en la cúspide de su carrera, le cuesta cada vez más ganar balones y dinamitar el área rival, mientras que el capitán Guido Pizarro ahora juega como defensa central y a Nahuel Guzmán ya se le dificultan más los lances, pero esta tercia de Tigres “vintage” tiene en gente como Gorriarán, Vigón y Raymundo Fulgencio a varios motores que la impulsan.

Lo de ellos nunca ha sido estético, no pretenden que sea así. Ricardo Ferretti les impregnó un sello pragmático y Siboldi lo respeta.

Es por eso que sufrieron durante algunos minutos, esos en los que el Pachuca buscó con todo el empate, pero le faltó profundidad de banca, esa que le sobra a los norteños, por quienes debutó oficialmente el joven volante Eugenio Pizzuto, tras su paso por Europa.

El drama pareció terminar con el cabezazo de Nicolás Ibáñez (75′), el “killer” que debe ocupar el sitio que irremediablemente dejará Gignac.

Sin embargo, Israel Luna devolvió la emoción con su gol (78′), es que provocó interminables aplausos del entrenador Guillermo Almada.

Simple espejismo, porque los Tigres volvieron a ingeniárselas para llegar a la otra orilla y poner un nuevo blasón a la dinastía que han construido.