Viernes 17 de Mayo de 2024

PERFIL: Djokovic, el reto eterno

Efe

Novak Djokovic funciona a base de retos. Su gasolina está en tener que superar listones que le hacen más grande cuando suponen elevar el nivel y a base de eso se ha convertido en el hombre con más Grand Slam de la historia, la última frontera que le quedaba por superar.

Con su 23 Grand Slam en su palmarés, conquistado en Roland Garros, el tercero en el reino de su principal rival Rafal Nadal, a quien ahora supera en uno, el serbio añade quizá la pieza más preciosa de la corona en la carrera por convertirse en el mejor de todos los tiempos.

A esos tres suma diez Abiertos de Australia, siete Wimbledon y tres Abiertos de Estados Unidos.

“Nole” ya era el jugador con más Masters 1.000, 38, el que más semanas acumula como número 1 del mundo, 387, y el que más veces ha acabado el año al frente del ránking.

Es el único tenista de la historia que tiene al menos tres veces todos los Grand Slam y también tiene todos los Masters 1.000, el torneo de Maestros y la Copa Davis, lo que demuestra que es posiblemente el tenista más completo de la historia, capaz de brillar de forma superlativa en todos los torneos. Solo le falta el oro olímpico.

Pero lo que más impresiona de este jugador nacido en Belgrado 22 de mayo de 1987 es su capacidad para sobreponerse a los desafíos, que le llevan a superarse y el vacío que vive cuando no los tiene.

El mejor ejemplo lo dio tras ganar su primer Roland Garros en 2016, tras doce intentos fracasados, tres finales perdidas, el gran trofeo que le faltaba, una meta que le dejó sin objetivos y le sumió en una depresión tenística que duró más de un año. Hasta Wimbledon de 2018 no volvió a levantar un Grand Slam.

Djokovic se alimenta de los retos, vive para afrontarlos y así ha sabido sacar un enorme partido a un cuerpo de atleta y unas condiciones perfectas para el tenis, sumado a una mente insaciable.

A menudo criticado por el público, abucheado por la grada en París, el serbio ha sabido convertir esa animadversión en motivación.

Así ha sido la vida de este hijo de un esquiador que parecía destinado a practicar ese deporte o el fútbol dirección que también le indicaba su progenitor, pero él prefirió la raqueta, que empuñó de muy niño y de forma más profesional, con 12 años, se mudó a la academia de Niki Pilic en Múnich.

No tardó en despuntar por su talento y su ambición y en 2003 dio el salto al circuito profesional, que vio con cierta curiosidad la llegada de un joven impulsivo, que apenas controlaba sus emociones, pero con un potencial extraordinario.

Eran los años en los que Roger Federer comenzaba su reinado en el mundo del tenis y Djokovic apenas era uno de los jóvenes que, quizá algún día, podría disputárselo. En esa etapa se vio superado en precocidad por la eclosión de Nadal, un año más mayor.

En sus primeros pasos entre los grandes, su tenis contrastaba con su carácter y tardó cuatro en alcanzar en Roland Garros sus primeras semifinales de un Grand Slam. Pero con 20 años fue ya el más joven en jugar las semifinales de los cuatro grandes y empezó a aparecer a la sombra de Federer y Nadal.

Hasta que en 2010 dio un golpe de efecto y tras haberse apuntado ya once Masters 1.000 se alzó en Estados Unidos con su primer grande, rompiendo la hegemonía hisptano-suiza.

En 2011, tras un publicitado cambio de dieta que le llevó a abandonar el gluten, se apuntó tres de los cuatro grandes y perdió en una antológica semifinal de Roland Garros contra Federer, que le privó de lograr el Grand Slam, ganar los cuatro torneos en el mismo año y conquistar por vez primera el número 1 del mundo.

De lleno en la pelea con Federer y, cada vez más, con Nadal, a partir de 2015 les fue superando. El duelo con el español es el más repetido de la historia y dejó algunos momentos históricos de este deporte.

A partir de 2015 es el tenista a batir, arrasa en todos los torneos y solo se el atraganta del Grand Slam de tierra batida, que conquista finalmente en 2016.

Ya sin retos, desaparece de los primeros puestos del ránking a los que regresa en 2018 en busca de la gloria, de lleno en la pelea por superar todos los récords, convertido en una máquina de ganar.

Hasta mediado 2015 Djokovic había ganado poco más de la mitad de las finales de los grandes que había disputado, 10 de 18. Desde entonces, se anotó 9 de 11.

En 2019 levantó dos bolas de partido en la final de Wimbledon contra Federer, destronando al suizo de su reino. En 2021, camino de sumar el cuarto grande en un mismo año, tropezó en la final de Estados Unidos contra el ruso Daniil Medveved.

Su excentricidad le llevó a negarse a vacunarse contra la covid-19, lo que le ha impedido disputar varios grandes y alargar su palmarés. Pero, aun así, acaba de asentarse en el trono en solitario del tenis mundial.