Miguel Barragán
CIUDAD VALLES. Alejandro Aguilar Fernández, ecólogo y taxonomista de la flora y fauna local opina que el palo de rosa, árbol que embellece el paisaje urbano y doméstico en estos días, podría ser una especie introducida de manera artificial, puesto que se le encuentra en lugares en donde el ser humano convive y no así en las selvas aun conservadas de la región.
Estos días, la floración sorprende a propios y extraños, por los colores que van desde el blanco hasta el rosa intenso, de acuerdo a la característica de cada espécimen y aunque la mayoría eclosiona en tonos rosados en la primavera, algunos otros lo hacen en el último trimestre del año.
Ahora, este tipo de árboles se reproducen a través del viento y llegan a soltar hasta 120 mil semillas, cada uno de ellos, obviamente, sin que se consolide el nacimiento de la mayoría de ellos por falta de condiciones o por depredación.
En algunos lugares de México o América Latina, se le llama Guayacán, Roble Blanco o Amapola y en los tének le denominan Cul y se extiende desde Tamaulipas y Nayarit, hacia el sur, hasta Chiapas, pero también se le encuentra hasta Sudamérica.