Martes 07 de Mayo de 2024

La selva de Calakmul, el nuevo foco rojo del Tren Maya

AP Miguel Ángel Díaz avanza despacio, tratando de evitar que el crujido de sus pisadas sobre las hojas secas ahuyente lo que anda buscando. Se adentra en el tupido bosque de árboles de ramón y chicozapote hasta llegar a un pequeño pantano, donde un cartel advierte: “¡Cuidado con el cocodrilo!”. El guía pide que escuchemos […]

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Miguel Ángel Díaz avanza despacio, tratando de evitar que el crujido de sus pisadas sobre las hojas secas ahuyente lo que anda buscando. Se adentra en el tupido bosque de árboles de ramón y chicozapote hasta llegar a un pequeño pantano, donde un cartel advierte: “¡Cuidado con el cocodrilo!”. El guía pide que escuchemos el golpeteo incesante contra un tronco. “Es un pájaro carpintero”, susurra, apuntando con su láser la cresta roja del ave.

Miguel Ángel aprendió hace años a descifrar los sonidos de la selva de Calakmul, al sur de la península de Yucatán, y en pocos minutos reconoce el canto de un tucán, la cola azul de una chara yucateca y los relucientes ojos de un cocodrilo moreletii.

Aunque todavía es temporada alta, esta mañana le costó encontrar turistas a los que ofrecer sus servicios de guía para las ruinas mayas que se esconden en esta selva, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco. El año pasado apenas 50.000 personas la visitaron, pero Miguel Ángel sabe que pronto empezarán a venir muchas más.

A unos veinte kilómetros de allí, las máquinas retroexcavadoras se abren paso en la selva para construir las vías del Tren Maya, el proyecto de 20.000 millones de dólares impulsado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Los troncos de los árboles recién derribados para abrir la brecha de 40 metros de ancho se apilan a ambos lados de la estrecha carretera que lleva a las ruinas.

Ahora, los rugidos de los monos aulladores resuenan en lo alto de esas pirámides casi desiertas, desde las que sólo se ve un mar verde. El proyecto insignia del Gobierno de México busca llevar a este recóndito lugar hasta tres millones de turistas al año y espera que eso se traduzca en desarrollo económico para algunas de las zonas más empobrecidas del país.

“El tren va a traer más turistas, va a haber más empleo para nosotros los guías”, dice Miguel Ángel bajo la sombra de un árbol repleto de lianas. “Pero va a ser un fuerte golpe para la naturaleza”.

Fonatur, el ente público para el fomento del turismo encargado de la obra, asegura que el tren resolverá la falta de infraestructura de transporte en el sureste de México, que ha llevado “a que no todos los destinos turísticos de la zona se hayan desarrollado plenamente”. Además, el plan contempla construir complejos hoteleros y comercios alrededor de las 20 estaciones del tren, que también transportará mercancías, desde combustibles hasta productos de la creciente agroindustria de la región.

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