EFE
Ciudad de México, 27 mar (EFE).- En las entrañas de Tepito, el llamado “barrio bravo” de la Ciudad de México, emerge el culto del Angelito Negro, una devoción al diablo repleta de rituales y simbolizada por un imponente altar a apenas cien metros del más famoso templo de otra popular figura, la Santa Muerte.
Alexis, el Chino para los amigos, enciende un puro y baña de humo al Angelito Negro. La figura, sentada en medio de un gigante pentagrama (estrella) invertido que ocupa toda una pared de la habitación, observa impertérrita la escena.
En una mano lleva una torta (bocadillo) y en la otra unos escapularios y un cigarrillo. A sus pies hay dinero, veladoras, muchas latas de cerveza, una copa de vino, una pizza y varios círculos de sal en el suelo que sirven para limpiar de energías negativas el espacio. A los laterales del altar, cruces negras invertidas.
En esta pequeña habitación de una vivienda particular de Tepito, un bullicioso barrio de la capital con fama de peligroso, el Angelito Negro, vestido de blanco y con grandes cuernos, es el rey.
“Yo le empecé a brindar culto al Angelito Negro desde que mi madre se puso mala, tuvo cáncer. Y le pedí y prometí que si él me ayudaba a que mi madre saliera del cáncer yo me entregaba en cuerpo y alma”, explica este domingo a Efe Alexis, que a sus 27 años es padre de dos hijos y cuida del altar con esmero.