Sábado 11 de Mayo de 2024

La portentosa vida de peligros de Florentino Chávez

Miguel Barragán

[Huasteca Hoy]

Ciudad Valles.- Florentino Chávez Flores fue el fotógrafo de medios que quizá contaba con más aventuras en su haber. Falleció hace unos días, en la tarde noche, en su casa, aquí en Ciudad Valles.

La tarde del jueves, Florentino comió muy bien, luego de días de inapetencia y después anunció que se dormiría un rato a su hijo Tomás Chávez. Durmió la siesta, sin que nadie supiera que sería la última vez que alguien lo vería vivo. El hombre de 82 años de edad que ya era fotógrafo profesional en Tampico a los 16 años y que se volvió el maestro de decenas de periodistas gráficos durante su carrera murió en la tarde-noche de un jueves cualquiera, mientras se ponía frío el ambiente afuera.

Su hijo, Tomás Chávez pondera a su padre como un tipo juguetón y amable. Dos veces en su vida lo vio tomado y nunca faltó a su trabajo, además de que no entendía lo que era enfermarse. Pero lo que sí sabía ser era ser osado.

En una ocasión, viajó junto con policías ministeriales para poder tomar las fotos de una invasión predial en un rancho cerca de Tamasopo, hace alrededor de 40 años. Las cosas se complicaron y los paracaidistas traían con qué querer a los oficiales, armándose una balacera en medio del monte, la oscuridad y la confusión. Tomás Chávez narró que cuando su padre llegó a casa, por la mañana, traía un agujero de bala que le había traspasado la manga corta de su camisa.

En otra ocasión, en la Zona Media, el tren se había ido al desfiladero cerca del Espinazo del Diablo y quizá en esta ocasión la suerte no sólo sonrió, sino intervino providencialmente para que siguiera con vida. Con la intención de poder tener un mejor ángulo, Florentino apoyó su pie en la saliente más extrema del barranco y poder tomar las fotos de los vagones en el fondo del abismo, pero de desboronó una parte mínima de esa terraza natural y Florentino desapareció en la noche, en una caída que nadie hubiera resistido.

Los equipos de rescate tuvieron que bajar amarrados de cuerdas y sostenidos en piedras de buen tamaño para ir por él. Estaba aporreado, sucio y asustado, pero vivo. Nadie, ni él, se explicó nunca cómo se había salvado.

Un error de cálculo le andaba costando la vida cuando pisó la calle Juárez, antes de que arrancaran unos ciclistas de competencia y ese asomo hizo que uno de los competidores lo atropellara. Aunque parece el incidente menor, fue el que más lastimó a Florentino, que aunque golpeado y con escoriaciones en toda su humanidad, reía debido a su error.

La muerte lo recogió mientras reposaba, ya viejito, porque sabía que ese aventurero de las fotos ya la había ganado muchos desafíos, durante una buena y fructífera vida.