Viernes 17 de Mayo de 2024

Bitácora

EN el mundo de la política y del ámbito público, hay de miserables a miserables y de ruines a ruines, pero pocas veces se ha topado una persona con algo más bajo que uno igual a él, pero en condiciones de ventaja política, por ejemplo, los padres de familia de una sociedad o directiva de escuela que imponen cuotas, en colusión con el director y que actúan con una rigidez de nazi con los papás que no pueden pagar todo junto, la inscripción o la lista completa de útiles escolares. No hay nada más miserable. Aunque también hay que decir que para que se dé un abuso, debe existir la omisión y la sumisión de la mayoría…

EN el mundo ideal, algo así como la República de Platón o la Utopía de Thomas Moore, los padres de familia deberían reunirse dos semanas después de la entrada a clases, para decidir el monto que se cobrará en ese ciclo escolar, como cuota, entendiéndose que la cuota es una suma de dinero que debe pagar un padre de familia, aunque tenga uno, dos o tres hijos en el mismo colegio, porque es una aportación que sirve para el mantenimiento de la escuela, las mejoras, la pintura y otras cosas que necesita el plantel. Pero en el mundo real, la asamblea se convierte en un discurso unilateral y antidemocrático en el que el director ya se puso de acuerdo con un papá o mamá de su predilección (que comparte sus mismos intereses de lana) y solamente hacen la finta de nombrar a candidatos a la presidencia y directiva de la Sociedad de Paterfamilias. Ya empezamos mal. Una población pequeña y reducida de una escuelita pública con muestras de autoritarismo…

DE volada se pasa al monto que se pedirá y las propuestas salen de los mismos insaculados, que, por lo regular, ya estudiaron lo que debería cobrarse con el director y lo imponen, porque cuando preguntan y se vota a mano alzada, casi todos acceden, por miedo a que se les señale por “pobres”, “tacaños” o “problemáticos” y, peor aún, a que se tomen represalias contra sus hijos…

ESAS cuotas, que, en escuelas de gran matrícula suman cientos de miles o millones de pesos, se ven en algunas obras menores que se suelen edificar en la escuela, pero la rendición de cuentas clara, exacta y auditada no es el fuerte de las sociedades de padres, porque no se ve claro qué es lo que hace la Sociedad de Padres por el plantel al que van los niños y donde pasan la mitad de su tiempo de vida. Pero bueno, el paterfamilias encumbrado parece contento siempre, el director no se diga y los papás no solamente se enfrentan a las cuotas, sino a las impías y antiacadémicas listas de útiles escolares que son remedos de las que se piden en colegios católicos o privados de mucho prestigio, en donde hay más alcance de aprendizaje, por obvias razones…

LOS papás están atrapados en esa trampa sin salida de las cuotas injustamente altas y de la “pedidera” de dinero que no para y que hace que escuelas públicas, antes modestas, pero funcionales, ahora se conviertan en un negocio redondo de miles y miles de pesos que nadie audita ni fiscaliza.