Jueves 02 de Mayo de 2024

Bitácora

Qué lindo, de veras, el Obispo Roberto Octavio Balmori Cinta, al decir que estaba consternado por la destrucción por fuego de la Catedral de Notre Dame, en París y que, ya de paso, también sentía y rezaba por la gente afectada por los incendios de Valles y de la Huasteca potosina. Se entiende perfectamente que […]

Qué lindo, de veras, el Obispo Roberto Octavio Balmori Cinta, al decir que estaba consternado por la destrucción por fuego de la Catedral de Notre Dame, en París y que, ya de paso, también sentía y rezaba por la gente afectada por los incendios de Valles y de la Huasteca potosina.

Se entiende perfectamente que un monumento histórico de casi mil años se sienta y que su caída acongoje, pero en la Huasteca desde el jueves hay riesgo de muerte y de pérdidas materiales grandes desde el jueves pasado y la Iglesia no se había pronunciado al respecto, cosa que parece bastante curiosa, porque la Iglesia suele ser solidaria (nomás de palabra), con la población, pero ahora el tema era el templo centenario de París, no los pastizales, las cinco casas quemadas ni las 12 personas que se quedaron sin techo, desde el sábado en la noche.

Ahora resulta que todo el relajo que vinieron a hacer del Gobierno del estado con su reunión ante alcaldes fue puro cuento, porque la estrella de la tarde era un helicóptero del Gobierno federal que sería facilitado para el ataque aéreo contra incendios, pero a los directivos de Protección Civil de Valles simplemente están como el chinito, “nomás milando”, porque no encontraron nada en el cielo ni en la tierra que provenga de los apoyos federales.

Hay que decirlo muy claro: los que se han roto la espalda apagando los incendios han sido los operarios de PC de Valles y los soldados del 36 Batallón de Infantería que trabajan bajo los lineamientos del Plan DN III, pero hasta ahora no se ha visto que operarios del Gobierno estatal trabajen hombro con hombro con los locales y eso sí preocupa, porque la contingencia más fuerte fue desde el sábado pasado y estamos a martes y, con todo y que se efectuó una reunión con presidentes municipales, en la que estuvo la plana mayor del Gobierno, con todo y eso, la cosa sigue igual. El incendio sigue sin apagarse en Las Pitas y los mismos que trabajaban el sábado están chambeando extra hoy, sin el helicóptero del Gobierno federal ni las ayudas de Protección Civil estatal.

En Talajás sucedió lo que habían previsto en incontables ocasiones las autoridades de Protección Civil: una señora encendió basura en su predio, que, obviamente está rodeado de maleza reseca y no sólo prendió su casa y la redujo a cenizas, sino que pasó a perjudicar a otras seis familias a las que dejó sin un techo, porque el fuego y el viento no perdonaron.

No cesan los llamados a los medios de comunicación sobre personas que continúan quemando basura, muy probablemente amparados por la actitud de valemadrismo de “no pasa nada”, pero este suceso de Tanlajás debería poner los pelos de punta a más de uno, ya que el fuego crece y se extiende con el viento a un  velocidad tan espantosa que puede dejar sin patrimonio a muchas personas.

 

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