Viernes 17 de Mayo de 2024

Seis años, desde que el monstruo de humo sitió a Valles

Miguel Barragán

[Huasteca Hoy]

Ciudad Valles.- Hace seis años, el 18 de marzo de 2013, Valles comenzó a arder como nunca antes lo había hecho. En el ejido El Cañón de Taninul empezó a arder el pastizal, de seguro por una quema de basura o por la imprudencia de algún fumador que no sabía que estaban provocando la peor crisis de contaminación y daño a la salud del Valles moderno.

Durante toda una semana, las llamas rodearon los dos mil 305 kilómetros cuadrados con una furia salida del más loco de los infiernos y se consumieron 15 mil hectáreas de pastizales, cañaverales, ranchos, fincas, matando a un anciano que se ahogó mientras las llamas danzaban alrededor de él.

Eran tiempos de Juan José Ortiz Azuara, quien no había cumplido seis meses en el cargo y quien se encontraba gobernando por segunda vez a Valles. Días antes de que comenzara la contingencia, como a las cuatro de la tarde del lunes 18 de marzo de 2013, día de asueto por el puente de Benito Juárez, el presidente municipal se había ido a una boda a Cancún, Quintana Roo, cuestión por la que fue duramente criticado, ya que no estaba cerca de los ciudadanos que se vieron afectados en su salud y en sus bienes, mientras los incendios se propagaban como una plaga.

El encargado de coordinar todo el enfrentamiento a la contingencia fue Gilberto Almendárez Marín, quien incluso tuvo incursiones en Laguna del Mante, a donde se apersonó para luchar contra el fuego, hombro con hombro con los bomberos y personal de Protección Civil que no se daba abasto con la multiplicación del fuego.

De hecho, en la semana de referencia, que fue del 18 al 24 de marzo, mientras se celebraba la Feria Nacional de la Huasteca Potosina, se tuvo que recurrir a una medida de protección ciudadana que nunca se había tomado: era tal la neblina de humo que se había cuajado sin ascender al cielo que Valles se volvió literalmente tóxico para los 177 mil habitantes, suspendiéndose un día de actividades en el evento para no exponer más a todos, aunque en realidad, los vallenses tuvieron que respirar miasmas y venenos de la combustión sin parar, durante días, con daños que se empezarían a ver a largo plazo en males respiratorios de niños y ancianos.

Hasta después de una semana, fue que se comenzaron a apagar las conflagraciones no tanto porque se hubiera podido hacer mucho, sino porque las lenguas de fuego ya no encontraron qué quemar.

Gilberto Almendárez mencionó en ocasiones posteriores que el esfuerzo que se le había hecho encomiable fue el de la cooperación de cientos de comuneros que no solamente ayudaban a bomberos y a trabajadores del ayuntamiento en sus ranchos, sino que se fajaron contra el fuego y apoyaron yendo a otros lugares a ponerle cara al reinado del fuego que duró una semana en Valles.