Dice Marcelina Oviedo, exoficial mayor del Congreso del estado en una rueda de prensa que ella fue defenestrada de su cargo porque no se prestó a la corrupción de los diputados que aprobaron ganar 104 mil 500 pesos, -500 pesos menos que el Gobernador- y 3 mil 500 menos que el presidente de la República, pero porque tenían preparado meterse lana a sus compensaciones a través de apoyos externos y a través de aumento de dinero al concepto de pago de asesores, que es un dinero que ellos pueden pagar a una sola persona, si quieren y del que podrían disponer libremente.
Oviedo destapó la cloaca en la que ella también había estado nadando también, ¿no?, porque las maniobras para aumentarse percepciones adheridas al sueldo, por más de 20 mil y el aumento de 40 a 60 mil pesos no son de ayer, sino que son acuerdos que hicieron en la dirección de Finanzas del Congreso y los diputados que obviamente actúan motivados por la ambición (nada nuevo).
El asunto es que de nueva cuenta, apareció el fantasma de la voracidad en este Legislativo que juraba ser puro y santo, comparado con la Legislatura pasada, en la que solamente les faltó ponerse antifaz a los curuleros y la acusación del despido que hace Oviedo fue de que ella no se quiso prestar a más tranzas de estos señores que representan al pueblo “bueno” de San Luis Potosí.
Si la hoguera de las vanidades no fuera el título de una novela de Tom Wolfe, sería el resumen sumario de lo que está ocurriendo en el Cabildo de Valles, porque ahora resulta que los regidores más apáticos de la historia de Valles, o sea, éstos, los de esta administración, no sólo no hacen otra cosa sino aparecerse en eventos públicos a donde van a ver y callar (esto último se agradece), sino que ahora cada uno de ellos, como Néstor Alejandro Rivera, del PAN y Andrés Sánchez Montemayor del MC ya tienen su propio equipo de comunicación social con todo y fotógrafo personal, para que registren cada movimiento inane de los regidores y lo suban rápido a redes sociales.
No cabe duda que este Cabildo será recordado por su nula aportación al desarrollo de Valles, pero más aún a la tendencia por piratear las costumbres del alcalde: Lupillo ya mandó hacer chalecos para portarlos con orgullo (porque el alcalde acostumbra usarlos) y ahora, los de oposición, los regidores con ideas contrarias le copian su costumbre a traer su equipo personal de medios, para dar a conocer sus actividades en el Facebook. De veras, uno quiere escribir buenas cosas de los regidores, pero no se puede.
Luego dicen que no hay discriminación: el director de Asuntos Indígenas, Doroteo Hernández Moctezuma dijo que va tan poco la Policía Municipal a la zona tének, que tiene 32 comunidades, en ocho ejidos y 17 mil habitantes (la zona tének es más grande que dos municipios de la Huasteca), que ya mejor están pensando pedir ayuda al 36 Batallón de Infantería para que entren a un grupo de voluntarios que quieren ser guardias comunitarios y que quieren evitar que delincuentes o abusivos hagan de las suyas.
Quieren ver con la autoridad municipal cómo habilitar la caseta de policías abandonada de La Lima, para que les sirva como celda preventiva, antes de llamar a las policías encargadas de eso y el asunto va tan en serio que quieren ver cómo gestionar permisos para que muchos de ellos puedan portar armas.
Lo malo no es que haya ciudadanos con ganas de armarse, debido a la delincuencia, sino que las policías alcance para tan poco y que, de nuevo, los más olvidados sean los tének.
