Sábado 18 de Mayo de 2024

Bitácora

En la carrera a la gubernatura suenan varios nombres, por supuesto, porque esa votación está cerca, muy cerca de las voliciones de esos aspirantes perpetuos que tenemos en San Luis Potosí y, mientras en el PAN suenan los nombres del alcalde de San Luis Potosí, Xavier Nava Palacios y de Marco Antonio Gama, en Morena se han atrevido a mencionar al delegado estatal del Gobierno Federal, Gabino Morales y a Juan Ramiro Robledo, pasado hasta por el alcalde independiente, Adrián Esper Cárdenas (por sus recientes vínculos), en el PRI suenan varios nombres que suenan a la lógica de cada uno de esos mismos que suspiran por el máximo puesto de la entidad.

En el PRI, al que muchos insisten en ver muerto, sin recordar la resurrección del año 2000 y la más subrepticia del 2006, en la que gobernó el partido tricolor a través del pelele de Felipe Calderón, los nombres que saltan son varios: Alejandro Leal Tovías, actual secretario general de Gobierno; Alberto Elías Sánchez, titular de la Sedesore, con más cargos en su haber que cabellos en su cabeza y ahora se apuntó el excónsul en Chicago y exsenador de la República, Carlos Jiménez Macías, que, cómo no, siempre ha soñado con ser el candidato único de su partido para ser, por fin, gobernador.

El secretario de Gobierno, Leal Tovías es un hábil gestor y un negociador que se la sabe desde hace mucho tiempo. Tiene en su haber el poder político dentro del partido, al grado de que se sabe que tiene como alfil en el tablero a Edmundo Torrescano y que la apenas ratificada directiva estatal, con Elías Pesina a la cabeza y con Yolanda Cepeda Echavarría en la secretaría general, podrían comenzar a trabajarle a favor en zonas recónditas, pero con muchos votos, como el norte o la Huasteca potosina que, por su nivel de participación histórico, siempre define quién será el que gobierne y, si no, que le pregunten a Alejandro Zapata en el 2009.

El que sigue, Alberto Elías es un hombre sagaz, pegado al poder, aunque sin proyección en el interior del estado, pero con más relaciones sociales que un “mirrey” para inclinar balanzas a su favor, así que no se le puede descartar, además de que se debe recordar que es el secretario de estado que está al tanto de la situación de pobreza y del atlas de necesidades de toda la entidad, por el cargo que ocupa, dándose a sí mismo la ventaja de contar con miles de datos a su disposición para ponerse a trabajar.

El tercero es Carlos Jiménez Macías, priista de viejo cuño y de durabilidad eterna que nunca envejece, como esperando su oportunidad para entrarle al escenario de los catorrazos internos y, para que no quede duda de su habilidad, se reunió quién sabe cuántas veces con Elías Pesina, para halagar su capacidad conciliadora dentro del “Walking Dead”, en el que sumieron al PRI, con decisiones cupulares que les costaron la pérdida casi total de la entidad y la enemistad de muchos de sus correligionarios que andan ahora muy coquetos con MORENA y con la plataforma informe que se ha comenzado a vislumbrar en San Luis Potosí.

No se puede descartar nada, al contrario. Cuando se habla de priistas, se habla de supervivencia. Los priistas son animales políticos perfectos (el término de es Aristóteles, antes de que un millennial se ofenda) que tiene la capacidad de supervivencia más asombrosa vista jamás en América Latina, porque siempre reaparecen, siempre se curan las heridas y siempre se vuelven a fortalecer, además de que, en política, dar por muerto a alguien es un error garrafal.