Verónica Galván
[Huasteca Hoy]
Comparsas de huehues transmiten el gusto por bailar de generación en generación, familias y grupos de amigos integran los grupos que salen a bailar a las calles, sólo por gusto y para que no se pierdan las tradiciones.
Alejandra Aguilar, una joven de 22 años del ejido El Cuiche baila en la comparsa de La Calera de la delegación el Pujal de Ciudad Valles desde que tenía 4 años, dijo que ahora baila acompañada por su hijo que acaba de cumplir los tres años de edad, Lían Sebastián, quien desde que tenía un año ya baila en la comparsa.
“Me parece bonito poder dejarle esta herencia a mi hijo, que sepa bailar, que conozca su cultura y las tradiciones de la Huasteca potosina, que no se vaya perdiendo la tradición e ir enseñándolos desde chiquitos y así sucesivamente de generación en generación”.
Ella veía a bailar a sus tías, a sus padres y vecinos bailar y esto la motivó a también participar, además de que después de danzar en las casas les dan “chichiliques”, que es como se le llama a los panecillos, dulces y tamales que colocan en los altares y comparten con los vivos.
“Pero lo bonito de la comparsa es que antes de darnos dulces, primero tenemos que danzar ante el altar, en señal de respeto a los difuntos y en agradecimiento a sus familiares vivos que les rinden un homenaje y los recuerdan colocándoles las ofrendas, si no bailamos no nos dan nada”.
El primero de noviembre danzan los niños y piden “chichiliques”, el dos de noviembre le toca a los adultos salir a danzar, “espero poder seguir saliendo a bailar muchos años hasta que el cuerpo aguante y que mi niño siga mis pasos y conserve la tradición de su pueblo”.
