Domingo 19 de Mayo de 2024

Cocodrilo lo ataca y se salva de milagro

Miguel Barragán

[Huasteca Hoy]

¿Alguno de ustedes conoce a un sobreviviente de un ataque de cocodrilo? “El Camaritas” sintió el aliento de un saurio que lo quiso atacar para librarse de las amarras que le habían puesto los operarios de Protección Civil.

Operarios de la dirección de Protección Civil fueron cerca del río Coy para hacerse cargo de la captura de un cocodrilo Moreletti de dos metros y medio de largo que se bañaba y se paseaba cerca de donde seres humanos paseaban.

Corría el año 2012 y era abril, mes en el que el calor comienza a castigar a los vallenses, que se van al río como una marabunta ardiente que sólo quiere bañarse en una fresca corriente.

En efecto, el animalazo medía quizá un poco más, pero los habitantes del rancho cercano a donde apareció se hicieron de maneras para poder atraparlo, amarrarle el hocico con mecate de faena y a su vez atarle las patas y el cuerpo a un par de otates que le atenazaban un poco sus movimientos.

Los operarios subieron al reptil más grande de la Huasteca a una camioneta de redilas, en donde lo trasladarían a un sitio deshabitado para soltarlo.

“Camaritas” se llama Jesús David Vázquez Hurtado y, así como ahora, trabajaba en la dirección de Comunicación Social del Ayuntamiento de Valles, que lo envió para tomar el reporte gráfico y audiovisual del saurio, porque siempre es novedoso ver a esos animales que la evolución creó hace 300 millones de años y que siguen tan campantes, con sus miradas serenas y sus fauces de infarto.

Jesús David quiso sacar una toma de video que dimensionara el tamaño del cocodrilo y se trepó al costado derecho de la pick up, en donde ya estaba trepada la bestia prehistórica. Todo lo que sigue a continuación ocurrió en fracciones de segundo, en lo que tarda una persona en parpadear: Camaritas metió medio cuerpo a la caja de la camioneta para calcular la toma y la poderosísima cola del reptil, que había estado impertérrito, chasqueó como un látigo del diablo, levantando al animal de su presunto letargo.

“Sentí el aliento y cómo cerro lo dientes aquí”, dijo Camaritas que emulaba las quijadas de la bestia con sus manos ahuecadas y unidas de las muñecas. Así es, el cocodrilo estuvo aflojando el mecate que le sujetaba el hocico, para poder librarse un poco y enseñarles a esos humanos intrusos que lo despojaban de su paraíso, cómo se siente una mordida de 500 kilogramos de presión.

Un compañero de Camaritas captó el momento exacto que provocó este texto y se llama Abreu del Ángel Rodríguez, quien, para fortuna de todos los amantes de la fotografía de acción, siempre tiene el dedo índice sobre el obturador y la cámara levantada a la altura de su pecho, con la otra mano.

Abreu, el fotógrafo, saltó, junto con los demás que rodeaban a Camaritas y al que se lo quería desayunar y al brincar para atrás, aplanó el botón que capturó el momento más desesperante de la vida de Jesús David.