Viernes 17 de Mayo de 2024

De candidato perdedor a borracho plagiario

Miguel Barragán

Daniel Vázquez

[Huasteca Hoy]

TANLAJÁS.- Luego de un accidente menor en el que un trabajador de la Secretaría de Salud golpeó con su camioneta a otra que se encontraba estacionada y que es propiedad de Domingo Rodríguez Martell, las cosas se complicaron al grado de que el Presidente Municipal de Tanlajás —ausente aún por licencia— hizo que privaran de su libertad a un ajustador de seguros hasta que no le pagara los daños que había sufrido su vehículo, en una pequeña sucesión de hechos que parecen sacados de un cuento de desesperanza y confusión al más puro estilo de Kafka.

El hecho

Un trabajador de la Secretaría de Salud chocó su camioneta contra la de Rodríguez Martell, la tarde del lunes en la avenida 20 de Noviembre, justo frente a la casa del alcalde de Tanlajás. El trabajador de Salud llamó a su ajustador de seguros, Óscar Luis Solís Aguilar, para que acudiera a evaluar los daños, pero no regresó al lugar donde ocurrieron los hechos.

Óscar Luis

El ajustador llegó al lugar de los hechos y evaluó los daños que había provocado el de la Secretaría de Salud, que ascendían a aproximadamente ocho mil pesos y cuando terminó su labor avisó a los presentes, entre los que se encontraba Domingo Rodríguez, quien festejaba junto a varias personas, con cervezas.

Solamente que el alcalde de Tanlajás le dijo que quería que le repusieran el monto de los daños de una buena vez y que no quería esperar la tramitología acostumbrada de las aseguradoras. Cuando Óscar Luis le explicó que no se podía proceder así, el Edil le dijo que sería así, o él no saldría de ese municipio, es más, que no saldría de esa calle y mandó bloquear el camino al trabajador de seguros de automóviles.

Óscar llamó a sus colegas que estaban en Valles y les informó que estaba privado de su libertad y que no lo dejarían ir si no iba alguien con el dinero para reponer los daños a la camioneta de Domingo Rodríguez. Los compañeros llamaron a las autoridades de procuración de justicia que incluso llegaron a comentar que una cosa así se podía configurar como delito de secuestro, siempre y cuando se interpusiera la denuncia, dado que estaban privando de su libertad a alguien a cambio de dinero.

También pidieron ayuda a la Policía Estatal, y de la comandancia regional les informaron que ya habían enviado a unos oficiales a verificar la situación.

Pero Óscar Luis ya había pasado horas de angustia en ese sitio, y vía celular les dijo que los policías sólo llegaron a saludar al Presidente, quien seguía en su postura de que sólo lo dejarían a cambio del efectivo, aunque ya había reducido el monto, estaba pidiendo seis mil pesos.

Viaje a Tanlajás

Los trabajadores de diferentes aseguradoras fueron hasta el municipio de las lajas, acompañado de un reportero de esta empresa, para terminar con el asunto, mientras que el periodista consignaba los hechos, confiados en que habría policías estatales en el lugar.

Pero allá se complicó todo, porque no había policías, y Óscar Luis, como era lógico, sufría el temor de que la negociación fracasara si las personas en Tanlajás, que seguían bebiendo a gusto, observaban la presencia de un reportero en la escena.

De hecho, se sabe que Domingo y sus compañeros reclamaron a los ajustadores, por haber dado aviso a la policía, y obligaron a su compañero Óscar a declarar ante las cámaras de los teléfonos de los que departían con Domingo lo contrario de lo que había sucedido y que nadie lo había obligado a nada, en ese día y en ese municipio.

Lo peor de todo, fue que alguien malquistó a Domingo Rodríguez de entre sus amistades y le metió en la cabeza la idea de que el golpe contra su camioneta era de 10 mil pesos, ya no de ocho ni de seis mil, como había sido el último acuerdo.

Entonces la turba rodeó el coche en el que llegaron los ajustadores de Valles, desinflaron las cuatro llantas y amenazaron con amarrarlos con unos mecates que traían, si no entregaban el dinero completo.

Los de Valles comenzaron a negociar de nueva cuenta, pero el reportero tuvo que irse del lugar para no empeorar más la situación, no sin antes ponerse de acuerdo con los de los seguros para verse en la entrada del municipio, ya que no traía vehículo propio.

El reportero

Caminando entre callejones, recovecos, márgenes de arroyos, el reportero no dio rápido con la calle principal y la salida del pueblo e incluso se encontró con otra caterva de pobladores que bebían cerveza a raudales y que afortunadamente no se percataron de su presencia, dado que en algunos pueblos, los habitantes son muy recelosos de los extraños. Como pudo, salió del límite del municipio y recibió la llamada de los trabajadores de las aseguradoras que le preguntaron dónde estaba, para pasar por él. El negocio había concluido, iban a dar las 23:00 horas y ya y habían liberado después de más de cuatro horas a Óscar Luis Solís, en una tarde noche mucho más surrealista que el jardín de Edward James.