Sábado 04 de Mayo de 2024

El juego en la infancia

Contribuye al desarrollo cognitivo y afectivo de los niños

[Agencias]

El juego es una actividad, además de placentera, necesaria para el desarrollo cognitivo, intelectual y afectivo, emocional del niño. El juego espontáneo y libre favorece la creatividad del niño y fomenta su maduración.

Los niños tienen pocas ocasiones para jugar libremente. A veces, consideramos que jugar por jugar es una pérdida de tiempo y que sería más rentable aprovechar todas las ocasiones para aprender algo útil.

Descubrimiento

No obstante, por medio del juego, los niños empiezan a comprender cómo funcionan las cosas, lo que puede o no hacerse con ellas, descubren que existen reglas de causalidad, de probabilidad y de conducta que deben aceptarse si quieren que los demás jueguen con ellos. Los juegos de los niños deberían considerarse como sus actos más serios.

Emociones

El juego espontáneo está lleno de significado porque surge con motivo de procesos internos que aunque nosotros no entendamos debemos respetar.

Si se desea conocer a los niños, su mundo consciente e inconsciente, es necesario comprender sus juegos; observando éstos descubrimos sus adquisiciones evolutivas, sus inquietudes, sus miedos, aquellas necesidades y deseos que no pueden expresar con palabras y que encuentran salida a través del juego.

Evolución

Los tipos de juegos de los niños muestran su evolución:

En la etapa de adquisición de las capacidades sensorio-motrices, se recomiendan juegos funcionales, juegos de acción, de sensaciones y movimientos.

Pensamiento

En las primeras etapas del pensamiento del niño, en el que empieza a pensar en realizar operaciones concretas, son recomendables los juegos de ficción, simbólicos o de representación.

Concentración

En la etapa del pensamiento formal y la concentración, los mejores son juegos reglados y estructurados, de deporte, competición. Además, el juego simbólico o de ficciónes el más apreciado; obligado a adaptarse a un mundo social adulto y a una realidad física que aún no comprende, el niño necesita inventarse su propio mundo a partir de aquello que vive, pero traduciéndolo a un lenguaje simbólico, personal, con el que adaptar ese mundo externo a sus necesidades.

Maduración

Por medio del juego de ficción el niño asimila poco a poco ese mundo externo, lo elabora y se adapta a él en un proceso continuo de maduración.

Imitación

Los niños empiezan a usar símbolos desde el segundo año de vida, por ejemplo, al señalar un perro diciendo “guau” o al hacer como si bebiera de una taza, repitiendo actuaciones que han visto en adultos, representando sucesos que han vivido o imitando el funcionamiento de determinados objetos.

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