Viernes 10 de Mayo de 2024

Discusiones con tus hijos

Agencias

Cómo afrontar una pelea familiar con los niños y adolescentes.

Los padres también tenemos que aprender a comportarnos como adultos.

Vivir en compañía significa tener desacuerdos constantes con nuestros compañeros de piso, ya sea con nuestro perro, que nos mira con ojos de pena para que le bajemos a la calle mientras está cayendo el diluvio universal; ya sea con nuestra pareja por el mando de la televisión, o ya sea con nuestros hijos, por todas aquellas situaciones, que nos sacan de quicio, como que no recojan la habitación, no hagan los deberes, o se peleen entre ellos constantemente.

Convivir es complicado, pero lo es mucho más cuando la convivencia se hace con los niños.

Persona adulta

Ante estas situaciones, hay que tomar un poco de perspectiva y aprender a afrontar una pelea familiar con los niños como una persona adulta y nunca ponerse a la altura del niño.

Manipulación

Los padres solemos tener el pensamiento común que por el mero hecho de ser adultos sabemos lo que hacemos y que los niños nos quieren manipular a su antojo, y eso no es cierto.

Inmadurez

Los padres en ocasiones también nos comportamos de forma inmadura y actuamos incorrectamente, dejándonos llevar por nuestros impulsos, y dando una pésima imagen a nuestros hijos.

Desacuerdos

Los desacuerdos son normales, se tenga la edad que se tenga, lo importante es reconocer el problema y poner soluciones lo

antes posible. Hay maneras de solucionar los conflictos con nuestros hijos.

Forma destructiva

En la que se daña la autoestima de los niños, y también la nuestra, y emocionalmente pesa a toda la familia, ya que normalmente se resuelve de una forma violenta, con gritos y amenazas.

Por otra parte, esta forma permite una solución aparentemente instantánea, pero con un resultado a corto plazo y nada satisfactorio para ambas partes.

Constructiva

Se construye sobre la base de la colaboración, el entendimiento, el diálogo y los pactos.

Es una solución más laboriosa, ya que requiere un diálogo previo y un esfuerzo por ambas partes, pero también se llegan a conclusiones más favorables para todos, se fomenta la empatía de la familia, y los resultados son duraderos ya que son fruto de una reflexión, y no del momento.