Miguel Barragán
[Huasteca Hoy]
Muchos adolescentes se drogan para no sentir hambre, porque en los testimonios de los que usan piedra o de los que usan solventes, está el hecho de que cuando se intoxican, pierden el hambre y esa es una preocupación menos, aunque sea por unas horas, dijo el antropólogo, Ricardo Muñoz Arenas.
“Es una cosa muy triste, pero es verdad: muchos muchachos de secundaria se meten chemo o resistol (se intoxican), con la finalidad de perder el apetito y fugarse de esta realidad”.
Muñoz Arenas está cierto en que el problema de la drogadicción entre jóvenes de escasos recursos es algo que durará toda la vida y de lo que no se podrá librar el joven, porque no hay quién le ayude. Afirmó que en México, las instituciones de salud que se dedican al apoyo en contra de las adicciones tienen una ínfima capacidad y desintoxicarse en un centro particular, es costoso.
“La mayoría de los que ve uno en calle o en las escuelas, ya intoxicados, provienen de historias bien tristes en las que o fueron abandonados o son maltratados o simplemente no cuentan con un adulto en casa que funja de tutor”.
Refirió que desgraciadamente muchos de esos jóvenes que se drogan, sean personas ya en situación de calle o hijos de familias pobres o disfuncionales tienen una muy escasa probabilidad de recuperarse o de tener un futuro bueno.
