Miguel Barragán
[Huasteca Hoy]
Un maestro del kínder Giotto provocó que sus alumnos le pegaran a uno de sus compañeros, de acuerdo con una denuncia interpuesta en la Segunda Visitaduría de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).
“Esto es nuevo”, dijo con la prudencia a punto de quebrársele, la segunda visitadora de la CEDH, Elvira Viggiano Guerra, refiriéndose a la historia de un niño que apenas frisa los cinco años y que ya conoció la ignominia en un salón de clases del jardín de niños de la colonia Bella Vista.
15 de diciembre
La madre del niño llegó a la escuela indignada, a hablar con los papás y mamás de los niños que comparten salón con su hijo pequeño. Lo que quería la mujer era que se disculparan con su hijo los otros niños que le habían dejado lesiones en el párpado, el cuello, la oreja, el pómulo y el hombro, por una vapuleada que le dieron entre todos y que no tenía una razón de ser, un día antes, el 14 de diciembre.
Las madres de los niños agresores también terminaron azoradas cuando escucharon relatar que el maestro les había ordenado que atacaran al niño que ahora aparece como víctima en un expediente de la CEDH.
La señora buscó que se atendiera ese caso y que se mandara llamar al maestro, pero el incidente provocó que al profesor se le comenzara a investigar y que se le removiera de su cargo. El 22 de diciembre, la madre del agredido acudió a la Segunda Visitaduría para denunciar.
Las “posibles razones”
No se puede explicar todavía, porque hay que dejar pasar la investigación, pero en la oficina de Viggiano Guerra nunca se había sabido que un maestro incitara a sus alumnos a agredir a otro. Ahora está el proceso de indagación que quizá culmine con una recomendación por la gravedad del acto.
El niño que sufrió la agresión multitudinaria ha tenido antecedentes de ser inquieto, cosa que podría haber motivado al maestro a concitar a los demás en su contra, pero que para nada justifica una acción como esa.
Dentro de las declaraciones de las mamás de los otros niños hay citas de los niños agresores en las que refieren que recibieron la orden del maestro de pegarle al menor. Otros más han confesado a sus madres que ya no quieren ir a clases, porque temen que el docente les pegue con un palo al que éste llama “varita mágica” y con la que suele golpear manos y espalda de los niños de preescolar.
La investigación del particular caso continuará.
