Martes 21 de Mayo de 2024

Las ganas de ser el líder de la manada

Miguel Barragán

[Huasteca Hoy]

Causa mucha risa ver cómo algunos pobres diablos publican en las redes sociales las características del macho alfa de la naturaleza, dejando entrever que ellos piensan fervientemente que cuentan con las cualidades del líder de la manada.

Por lo regular se toma como ejemplo de macho alfa al lobo, porque es el animal que se encuentra más incrustado en el imaginario de los occidentales, ya que es una bestia que vive en manada, como un grupo social, y porque es el más asequible a los animales que habitan en este planeta.

Los “machos alfa” del Facebook causan lástima inmediata en los usuarios y la risa loca de las mujeres que los conocen. Es como si el más cobarde y menso de los amigos de un grupo de mujeres de repente dijera que es un “alfa”, sin haber tenido jamás ningún atisbo de liderazgo, ni habilidad para la pelea, ni prudencia suficiente para hacerse del éxito que requiere aquel que es la inspiración de mujeres y de hombres. Es cómico ver eso, pero es natural también.

Por más ridículos o débiles que seamos, todos los hombres tenemos ensoñaciones con ser líderes. Con tener la autoridad suficiente para dominar sobre los de nuestro gremio, sobre nuestros vecinos o sobre los que viven en nuestra comunidad, porque la idea de ser líder trae felicidad y satisfacción.

Pero el macho alfa en nuestra sociedad es un jefe al que se elige, no por sus habilidades para luchar, ni por su liderazgo en tiempos de crisis, ni por contar con la mejor genética, sino por una serie de artimañas y discursos colmados de mentiras que se emiten en la temporada electoral.

Los ciudadanos que votan y los que no votan eligen al líder de la manada gigantesca mediante un proceso democrático llamado votaciones.

Nos guste o no, el macho alfa es el alcalde, el gobernador o el presidente de la república, aunque ninguno de éstos sobreviviría ni un minuto en un bosque espeso lleno de riesgos, en defensa de los suyos.

Pero los requisitos para ser macho alfa en la sociedad moderna han cambiado y las habilidades o la genética ya no son tan importantes, sino ser mentiroso, cínico e inteligente para negociar o hacer que las cosas se pongan a favor nuestro.

Vivimos una época en la que el líder o la lideresa deben ser valientes, sí, pero para atreverse a hacer las chingaderas que son necesarias para poder encumbrarse en la política, aunque para la mayoría sea ignominiosa esa conducta.

El líder ahora debe pensar cómo hacerse de aliados mediante trampas e hipocresía, tal como sucede en Ricardo III o en Macbeth, de William Shakespeare, obras teatrales donde se demuestra la malvada naturaleza humana sin los remiendos de Hollywood o de Televisa.

Por eso ahora el que más triunfa es el que más miente o el que más embauca, porque la sociedad democrática despojó al más fuerte y al más determinado de su poder para dar paso al intelectual cizañoso que todos intentemos copiar para obtener el poder real.

Los que presumen de ser “machos alfa” no llegan ni siquiera a ser los mandaderos de los que trabajan para el macho alfa electoral.