Martes 14 de Mayo de 2024

…Y que se roban a la muerte en San Vicente

Miguel Barragán

[Huasteca Hoy]

Cuando se robaron a la muerte en San Vicente. Alguna vez, un comando armado se llevó una de las piezas más importantes de la arqueología de la Huasteca y hasta la Interpol vino a darse la vuelta a este calor endemoniado de la región, de acuerdo con el que, en ese entonces trabajaba en cuestiones de seguridad dentro del INAH, Yáspik Cáceres Márquez.

Operativo de malos en acción

Llegaron a Monte Alto, un rancho que se encuentra en la carretera, dentro del municipio de San Vicente en una camioneta. Eran siete u ocho, según el peón de la finca, que los recuerda con el terror característico de alguien que no está acostumbrado a ver armas largas en manos de civiles.

No se opuso a nada, solamente dejó que se la llevaran

La cargaron con muchos esfuerzos, porque es una piedra que pesa alrededor de 500 kilogramos y la subieron a la camioneta. Se fueron con la misma rapidez que como llegaron, acelerando el motor y sin dejar más rastro que los recuerdos atribulados del peón.

Era 6 de mayo de 2001, muy temprano, cuando el alba está todavía lejos de asomarse.

Los descuidos propios de las autoridades

De acuerdo con el arqueólogo, Guillermo Ahuja, la pieza de Monte Alto es una de las más preciadas joyas pétreas legadas por los antepasados huastecos. Es una roca labrada, de forma cónica, que tiene doble representación: por un lado, muestra a un anciano que sostiene un bastón agrícola en cuyo gancho, reposa su barbilla y, en la parte de atrás, dándole la espalda, se encuentra una figura descarnada, que la semiótica de los arqueólogos equipara al ciclo de la vida y la muerte, como un asunto de proporciones naturales, no como una representación ominosa, oscura o maligna.

La dicotomía de la estatua fascinó a propios y extraños desde que fue encontrada en un rancho, donde se trabajaba para hacer tierras de agostadero. Cuando los dueños de la propiedad la encontraron, dieron aviso a las autoridades de Gobierno del Estado y, en conjunto con personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), hicieron los primeros trabajos de rescate de la pieza.

Pero hubo un detalle, antes de pensar en el método de extracción de semejante efigie, los ladrones se les adelantaron y esto puede haberse debido a que no se le brindó la protección adecuada, cuando se le abandonaba, en las tardes, para continuar con los trabajos de obtención, de parte de especialistas.

El rumor de que una pieza “valiosísima” había sido encontrada en Monte Alto, llegó a oídos de forajidos que pensaron en hacer negocio con el mogote histórico que data de, mínimo, tres mil años de antigüedad.

El escándalo

El peón del rancho fue comprendido por todos, en el acto. Los maleantes llegaron a donde él había sido designado como único custodio de una piedra con rifles de asalto y ni modo de enfrentarlos, ¿verdad?

Pero el suceso no fue menor. Todas las autoridades existentes se pusieron a trabajar para recuperar la pieza dicotómica que no habían tenido cuidado de resguardar bien, e incluso se publicó la ficha roja de la Interpol para que policías internacionales viniera a rastrear el tesoro arqueológico, con la dureza e inflexibilidad que les caracteriza.

De los ladrones nunca se supo nada. Ni quiénes eran, ni cuántos eran en realidad, ni a qué grupo delincuencial pertenecían, pero, de acuerdo con Yáspik Cáceres, lo más seguro es que, al darse cuenta del operativo que se había montado para buscar la pieza, decidieron ahorrarse problemas e incluso la muerte y la abandonaron en la carretera a San Vicente, el 11 de mayo.

Hoy, esta pieza que tiene a un anciano cansado en uno de sus lados y a la muerte descarnada a sus espaldas, es una de las más preciadas piezas de la Huasteca y es parte de la colección permanente del museo Tamuantzán, en Valles.