Sábado 04 de Mayo de 2024

La diferencia que los une

Miguel Barragán Lárraga [Huasteca Hoy] Los puristas suelen ser doble moral. Los puristas del lenguaje suelen cometer barbarismos al hablar e incluso al escribir y, saben de sus errores, por eso cuando captan el error en el otro lo atacan sin piedad, lo lastiman, lo humillan, porque están reflejándose en ese acto vergonzoso. Los puristas […]

Miguel Barragán Lárraga

[Huasteca Hoy]

Los puristas suelen ser doble moral. Los puristas del lenguaje suelen cometer barbarismos al hablar e incluso al escribir y, saben de sus errores, por eso cuando captan el error en el otro lo atacan sin piedad, lo lastiman, lo humillan, porque están reflejándose en ese acto vergonzoso.

Los puristas de la política son todos aquellos chairos que creen que Andrés Manuel López Obrador es el salvador de México y que son irrefutables. No se les puede discutir ni un solo segundo; también son aquellos que aman a Peña Nieto y que encuentran en él un modelo reformador y benéfico para el país.

Los puristas son maniqueos. Todo lo que no les gusta es malo y todo lo que les gusta es buenísimo, es santo, es maravilloso.

Son doble moral porque exigen que la justicia caiga como una losa de cien toneladas sobre su enemigo, pero si ellos mismos o sus parientes cometen un delito, buscan quién los ayude para no pisar la cárcel ni ser procesados.

Los puristas católicos son los que creen que los que no van a misa son malos y los que sí van, se irán al cielo.

Los puristas son como las hemorroides: no matan, pero cómo chingan.

No se puede argumentar con ellos porque creen tener la razón. Ni siquiera escuchan a su oponente. Defienden su postura a ultranza, sin escuchar nada, pero nada. Eso los hace intolerantes, aunque son los primeros que levantan las banderas contra la intolerancia.

Los puristas son hipócritas de peso completo. Son aquellos señores que mantienen una disciplina militar en la casa, pero en la cantina son los más ridículos y majaderos de que se tenga registro. Las puristas son aquellas que insultan a las mujeres bonitas con el argumento de que son unas “putas”, pero ellas mismas tienen un repertorio de liviandad insuperable.

Los puristas son los que dicen amar Xantolo y odiar al Halloween, pero ni conocen la tradición local ni mucho menos la tradición europea de donde proviene la noche de brujas. Son además los que dicen glorificar a la fiesta de muertos, pero les encanta escuchar historias de espantos, sin reparar con que los “espantos” son una tradición del Halloween.

Los puristas son incapaces de reconocer que su equipo de futbol comete errores y al que se atreva a cuestionarlo lo retan a golpes, porque no pueden esgrimir ni cinco segundos de debate.

Los puristas me caen gordos, porque muchas veces yo soy uno.

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