Lunes 29 de Abril de 2024

El laberinto de la Huasteca

Miguel Barragán Lárraga Salir de los problemas de la Huasteca es igual a un laberinto minoico. No sale uno del atolladero. Si la política de la Huasteca fuera una fórmula matemática, sería un problema inextricable, sin solución. Si fuera un edificio, volviendo al principio, sería un laberinto donde solamente hay desolación o muerte de parte […]

Miguel Barragán Lárraga

Salir de los problemas de la Huasteca es igual a un laberinto minoico. No sale uno del atolladero. Si la política de la Huasteca fuera una fórmula matemática, sería un problema inextricable, sin solución. Si fuera un edificio, volviendo al principio, sería un laberinto donde solamente hay desolación o muerte de parte de un monstruo híbrido y de origen horrendo.

Así es en la Huasteca y más aún en la Huasteca sur, donde clanes familiares, ex convictos, pederastas y funcionarios matizados con la más bochornosa corrupción son los que levantan la mano cuando se acercan las épocas electorales.

De hecho, lo mismo ocurre en todo el país, pero en la Huasteca se sostiene la tradición del cacique de manera brutal, sin cuestionarla ni levantarle la voz.

En la Huasteca sur hay varios escenarios: el del eterno candidato que descansaba (se usa el tiempo copretérito porque ahora existe la reelección) cada tres años, para volver a ser alcalde e hincharse de dinero público descaradamente, frente a otros ciudadanos que protestan no porque les indigne la corrupción, sino porque el corrupto no salpica nada (no reparte el pastel).

Otro escenario es el de los clanes familiares, lacras inefables que saquean vía familiar al erario con total impunidad.

Dos ejemplos: Matlapa con los gobiernos alternantes de papá y chilpayate; Tancanhuitz que ha sufrido tres trienios del mismo número de hermanos (ojalá no tengan un medio hermano), solamente para dejar al pueblo exactamente como lo encontraron, sin nada.

Otro escenario es el de la pareja del poder, que en este caso tuvo verificativo en Huehuetlán, donde una pareja matrimonial se sucedió en el poder con los obvios resultados administrativos.

No hay salida. Quizá alguien levante la voz y opine muy docto: pues es que son los que elige el pueblo. Sí, tiene razón, los elige el pueblo, pero porque el pueblo no tiene más opciones, ya que en México se vota por el menos malo desde que existe la única de las democracias que existen, la electoral. Así es.

No hay abanico de opciones porque las cúpulas familiares se enraízan en las alcaldías y se vuelven depositarios de un poder casi divino que los acerca al poder estatal de los partidos, ya que amasan inmensas fortunas del erario y porque se enrolan en un club que pide a los viejos ogros del poder que les den chichi cada tres años.

No hay opción

En la Huasteca vive la gente más hermosa del país. No hay quizá mejor región de México para ejemplificar lo que es la inteligencia y la genialidad de los mexicanos que esta zona calurosa. La gente de la Huasteca tiene esperanza y es inteligente, es confiada y es juiciosa, es belicosa por herencia, pero ama la paz.

Sólo le falta participar activamente en política para que no sean los mismos políticos laberintosos los que se queden con los puestos como si fuera obligación del erario mantener holgazanes.

Colofón

Ejemplos de civilidad a nivel nacional: San Vicente y Coxcatlán, donde salió a votar el 80 por ciento del electorado y donde vencieron los partidos de oposición, contra una maquinaria espeluznante que arrasaba todo con dinero público y privado.

En la Huasteca suelen emerger estos pequeños milagros de sublevación política, mediante las boletas. Esto es uno de los signos más esperanzadores del país y motivo de orgullo.

La participación está asegurada, ahora sólo resta que hombres buenos se animen a ser votados en sus municipios, para que la cosa cambie para bien.