Sábado 18 de Mayo de 2024

Lady Di

AP

Tubo una época en que escenas como ésta en el Parque Olímpico de Londres no hubieran ocurrido: el príncipe Guillermo, heredero del trono británico, corriendo por la pista con su esposa, la duquesa de Cambridge, y su hermano, el príncipe Enrique, entre los vítores de otros corredores durante una carrera de relevos para promover la salud mental.

Fue un gesto tan humano. Tan accesible. Tan estilo Diana.

La princesa Diana, una maestra de preescolar catapultada a la fama por su matrimonio con el príncipe Carlos, arrastró a la estirada realeza de Gran Bretaña al mundo moderno.

Diana tuvo una conexión directa con el público -corriendo una vez su propia carrera en una amplia falda blanca y un suéter holgado- y promovió causas mucho más allá de lo convencional para la época, como el retiro de las minas terrestres y la investigación del sida.

Ese vínculo sigue vivo a través de sus dos hijos, quienes adoptaron el acercamiento más personal de su madre a la monarquía y en el proceso revitalizaron la institución.

“Ella fue la primera integrante de la realeza que realmente llegó al corazón del público”, dijo Sandi McDonald, una mujer de 55 años del sur de Londres, afuera de una exhibición de los vestidos de la difunta princesa en el Palacio de Kensington.

“Pienso que sus hijos son iguales. El público sencillamente los adora”.

Ejemplo

Guillermo y Enrique son los recordatorios más obvios del impacto de Diana. Han hablado abiertamente sobre sus propios problemas de salud mental tras perder a su madre a temprana edad, rompiendo tabúes del mismo modo en que Diana abrazó a pacientes de sida para apaciguar los temores sobre la enfermedad. Pero el legado más transcendental de la princesa es su idea de que las celebridades pueden usar sus relaciones con millones de personas a las que nunca han conocido para efectuar un cambio.

Tras haber sido absorbida por la maquinaria real cuando apenas tenía 20 años, Diana encontró su norte al percatarse de que el público estaba fascinado con cada una de sus ideas, dice el sociólogo Ellis Cashmore.

Diana fue capaz de manipular ese interés para promover causas como la limpieza de minas terrestres y contando su lado de la historia cuando su matrimonio colapsó en medio de la relación del príncipe Carlos con Camila Parker Bowles, quien más tarde se convirtió en su segunda esposa.

Celebridades de hoy de todos los campos han adoptado ese modelo, creado cuando los periódicos y los noticieros de la noche eran las principales fuentes de información, y lo han inflado mucho más en el mundo de Facebook e Instagram.

“Uno casi que puede rastrear la cadena molecular o genética entre Diana y Kim Kardashian”, dice Cashmore, autor de “Elizabeth Taylor: A Private Life for Public Consumption”.

“¡Imagínate si Twitter o Facebook hubieran existido en la época (de Diana)!”.

Historia

La apuesta valió la pena. La historia de Diana fue contada y el público la amó aún más por eso. Su funeral fue un evento multitudinario sin precedentes que vio a miles de personas alineadas en las calles y montañas de flores apiladas afuera del Palacio de Kensington.

Fue un acontecimiento transformador tanto para la familia real como para el pueblo británico, dijo Morton.

“Ya no fuimos vistos como la nación impasible e intocable”, señaló.

“Fuimos vistos como (una nación) estremecida, sin miedo a exteriorizar nuestros sentimientos, a derramar una lágrima en público”.