Miguel Barragán
[Huasteca Hoy]
El tianguis de Valles siempre ha tenido claroscuros, porque para unos es tradición de pueblo y para otros una costumbre anacrónica que causa muchas molestias viales.
La cronista, Belén Altamirano Zúñiga piensa en dos momentos de la historia del tianguis: uno que tiene que ver con la instalación de un mercadito ambulante, frente a la centenaria Parroquia de Valles, en los años veinte y el otro “tianguismo”, el de los años ochenta, cuando los comerciantes comenzaron a ocupar las calles, alrededor del Mercado Gonzalo N. Santos.
La historiadora trianual aclaró que no fue el incendio del Mercado Valles 85 el que hizo que los locatarios se volcaran a las calles Porfirio Díaz, Negrete y Abasolo, sino que los comerciantes encontraron una manera simple de estar más cerca del cliente, colocándose en la calle, ya ni siquiera en la banqueta, sino en el arroyo vehicular.
Hay dos vertientes de vallenses que no son comerciantes: los que piensan que el tianguis es un elemento tradicional de Valles y que le da colorido a la ciudad y los que opinan que es un estorbo, pero Altamirano explica que las cosas han cambiado: antes los tianguistas viajaban de sus comunidades rurales, donde cosechaban lo que después vendían.
Sin embargo, ahora no es así, sino que son comerciantes que quizá venden lo mismo que los locatarios, pero con el beneficio del espacio público y de una imposición menor que la de ser locatario.
Mencionó que desde los años 85-86, siendo Leonardo Zúñiga el presidente municipal, comenzaron a salir a la calle de nueva cuenta los locatarios y otros vendedores que no se habían animado a ocupar el Mercado Valles 85, que tenía muy pocos locatarios, porque los vendedores siempre argumentaron que nadie baja para allá y que convirtieron en bodegas sus locales y desde hace más de 30 años, se quedaron en la calle, cada fin de semana. “Ya no sabemos cómo ubicar ese problema como político o social”, explicó.
