Lunes 29 de Abril de 2024

Gracias, Enrique Flores

MIGUEL BARRAGÁN Gracias, señor diputado, don Enrique Flores Flores, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, próximo militante expulsado del PAN y vergüenza del Comité Directivo Estatal del blanquiazul, mil gracias por la explicación. Es muy simple: en poquitos minutos, usted, imberbe de la decencia, explicó a todo el maldito mundo, […]

MIGUEL BARRAGÁN

Gracias, señor diputado, don Enrique Flores Flores, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, próximo militante expulsado del PAN y vergüenza del Comité Directivo Estatal del blanquiazul, mil gracias por la explicación.

Es muy simple: en poquitos minutos, usted, imberbe de la decencia, explicó a todo el maldito mundo, con pelos y señales, cómo chingarse el dinero del erario, el dinero público, el que se junta de la acumulación de los impuestos de millones de personas que trabajan y que pagan las imposiciones fiscales.

En poquitos segundos usted propuso que los alcaldes pueden robar lo que quieran y que, si se mochan con el 10 por ciento del monto robado, se les limpian sus cuentas en cualquier instancia fiscalizadora de las que mantenemos y que son de adorno. Usted, adalid de la pudrición política, desveló sin ningún empacho, cómo se le hace en este país para que los alcaldes se roben el dinero impunemente y que nadie les castigue por ello.

Antes de este discurso lleno de adjetivos culteranos, de prosodia milimétrica y “empinadísima”, todos suponíamos en nuestras amargas mentes, cómo se robaban el dinero; cómo es que se ponían de acuerdo alcaldes y diputados para taparse sus marranadas, pero gracias a usted, don Enrique Flores, todos los sabemos de cierto, sin especular, sin imaginerías bochornosas ni especulaciones sediciosas.

Gracias, don Enrique, porque sólo eso le faltaba a este Congreso de risa loca, donde todos esperan el último escándalo (¿o escándala?) de Tekmol; le faltaba la desfachatez y el descaro absoluto, grabado con un celular HD, en su oficina, con su cara de Toby apesadumbrado por el bullying rancio de la primaria.

Pero también hay que agradecer a Crispín Ordaz Trujillo, quien tiene de inocente lo que tiene el último actor porno del momento, porque gracias a su osadía política, ahora no sólo le van a bloquear hasta el WhatsApp, sino que habrá consecuencias por romper con ese código cochambroso de los políticos de cuerpearse en la transa y en el cochupo.

Sí, señoras y señores, porque Crispín no es ningún héroe, aunque su miserable capacidad de análisis político le indique que sí, Crispín ha sido alcalde dos veces y lo que hizo no fue un acto de valentía política, no fue un sacrificio en pos de la verdad y del ataque a la corrupción, lo que hizo fue publicar en redes sociales al diputado baboso que le quiso cobrar mucho, eso fue todo.

A la mejor era uno de los “empinadísimos” (este término se refiere a los alcaldes que más han robado y que tienen problemas para solventar ante el Congreso y la Auditoría sus cuentas sucias) y quería un descuento y, como Enrique Flores, en su infinita ambición, no se bajó del 10 por ciento de moche, pues toma chango tu virote, ahí te va el video a todo color, con audio perfecto y con encuadre sin pulso de lo que todos alguna vez suponíamos.

Pero atención, público en general, ya se demandaron ambos. Ahora también ya salió que el inefable Óscar Bautista Villegas es multimillonario, usando como base de su riqueza, los programas sociales federales, palabras de Enrique Flores, ese hombre ínclito que se la pasa cotorreando, yendo de un lugar a otro de la Cámara, saludando y carcajéandose frente a sus detractores, porque de negocios sabe mucho y le va bien, pero de decencia no sabe nada. ¿Saben qué es lo peor? Que no va a pasar nada, porque seguramente el buen Quique Flores ha de haber soltado un muy varonil: “si me hundo yo, se hunden ustedes, empinadísimos” y muchos que deberían sancionar y protestar, callarán, cómplices, infames e inmensamente ricos.

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