Verónica Galván
[Huasteca Hoy]
Familias acudieron al panteón para visitar a sus madres difuntas, con música, canciones y con una gran tristeza por haber perdido al ser que les dio la vida, así fue como las recordaron.
Marilú Rivera Ferreira, cantante empírica, dijo que cada año le trae sus canciones a su madre Leovigilda Ferreira Olguín, a su abuela Aurelia Olguín y a su hermana Anabel, quienes fallecieron hace varios años.
“La pérdida de una madre nunca se supera, siempre tenemos la necesidad de que ella esté ahí, aunque uno esté grande y tenga a sus propios hijos, ella siempre nos va hacer falta, es nuestra base y nuestra raíz, cuando falta la madre se desintegra toda la familia”.
Mi hermana Anabel también falleció hace más de cuatro años de diabetes mellitus, dejó a su hijo, pero su padre no nos deja verlo, “quisiera poder darle un abrazo, porque es parte de mi hermana, siento que será como si abrazara a mi hermana, eso es lo que más deseo pero no se puede, ya será cuando el sea mayor de edad y sepa que no lo hemos abandonado”.
A mi y a mi sobrino nos gusta cantar, tenemos familiares que tocaban en un trío, Frumecio Olguín, primo hermano de mi abuela del trío Armonía Huasteca y mi abuelo también cantaba, por eso nos traemos la bocina, el micrófono y cantamos a nuestras madrecitas.
Para quienes tienen a su madre aún viva y la desprecian o la maltratan, “es una injusticia que traten mal a su mamá, cuando ya no están, nos hacen falta, quisiéramos sólo un minuto para abrazarlas, para platicar o darles algo que ellas necesiten, pero ya no se puede, es injusto que las abandonen, cuando éramos niños ellas nos protegieron y nos cuidaron, por eso debemos cuidarlas”.
