Lunes 09 de Diciembre de 2024

Cuando los niños no quieren comer

No hay duda de que, en algunas familias, la hora de la comida puede convertirse en una auténtica pesadilla.
Pescados, frutas y verduras se convierten en los grandes archienemigos de los pequeños, y las comidas suelen acabar con los padres poniendo en práctica todo tipo de trucos para motivarlos a comer.
Una situación que, si se alarga, puede provocar carencias de nutrientes esenciales para su dieta y afectar proporcionalmente a su desarrollo.
Cómo evitarlo
¿Qué mejor forma de acercar a tus hijos a los alimentos que pidiéndoles que te ayuden a cocinarlos?
Déjales que se involucren en la preparación de los platos para toda la familia: enséñales cómo cortas las papas, la verdura, los ajos o cómo pelar una cebolla.
Tomar parte en las pequeñas tareas, como remover una salsa, pasar tomates por el pasapurés o batir huevos, les harán partícipes del menú familiar.
A partir de cierta edad, los niños comienzan a preocuparse por lo altos que van a ser y lo mucho que van a crecer, así que no está de más explicarles cómo contribuyen la carne y el pescado a este proceso si los consumen con regularidad.
Aunque es importante que los niños estén bien alimentados, es más importante aún saber qué calidad no es igual a cantidad.
Procura que su dieta abarque todos los nutrientes que necesitan a diario: Proteínas en forma de carnes, huevos y pescado, los hidratos del pan y los cereales, la fibra de las frutas y verduras, el calcio de la leche.
Estos deben aportarles lo esencial para ir al colegio, correr, jugar y hacer las miles de agotadoras actividades y tareas que llevan a cabo a lo largo del día.
La presentación de los platos también cuenta
Una cara de puré de papa con salchichas y zanahoria, un molde de arroz blanco con tomate.
Échale imaginación y haz de la hora de la comida un juego más.
Los niños adquieren un alto porcentaje de sus hábitos diarios al copiarlos de los mayores: cepillarse los dientes, ir al baño solitos.
La comida no es menos: Por eso es importante que te vean comer lo mismo que ellos.
Un niño que crece en un entorno en el que se rechazan ciertos alimentos acabará negándose a comerlos.
Los niños sólo quieren comer lo que les gusta: Pasta, patatas, rebozados, dulces, fritos.
Por eso, si tu hijo tiene tendencia a la inapetencia o simplemente no le gustan las espinacas, es fundamental que no cedas a sus chantajes ni caigas en lo gritos o los enfados.
Por muchas horas que lleve dando vueltas con el tenedor, forzarle a comer no servirá de nada, del mismo modo que darle lo que quiere tampoco lo hará. Ten paciencia.