Un elevado número de adolescentes presentan problemas de sobrepeso o antecedentes familiares de hipercolesterolemia, lo que puede influir en que en un futuro padezcan colesterol alto.
HÁBITOS. Por ello, es fundamental que los niños adopten hábitos saludables a la hora de comer, aplicando la dieta a sus necesidades calóricas y reduciendo el consumo total de grasas provenientes de embutidos, carnes, mantequilla o quesos, en favor, de otras grasas más saludables como, por ejemplo, la derivada de los pescados o el aceite de oliva.
ATEROSCLEROSIS. Como consecuencia, se ha demostrado que la hipercolesterolemia y su principal consecuencia, la aterosclerosis, formación de placa de ateroma.
Es decir, acumulación de lípidos en la pared arterial, se inicia en la infancia, progresa en la adolescencia y se manifiesta en la edad adulta.
La arterosclerosis es la principal causa de mortalidad en los países desarrollados y, por ello, se ha convertido en una prioridad la prevención de la misma desde el primer momento en el que se inicia, es decir, la infancia.
PROBLEMAS CARDIOVACULARES. Aún no se conoce muy certeramente, a partir de qué niveles de colesterol se acelera el proceso de arterosclerosis, pero sí conocemos que la mitad de los niños con valores elevados de colesterol continúan con hiperlipidemias en los años posteriores, con el riesgo que conlleva padecer de forma precoz problemas cardiovasculares.
RECOMENDACIONES. Entre las principales recomendaciones estarían:
Realizar comidas adaptadas a las necesidades calóricas de los niños.
Esto implica disminuir la ingesta de grasa, carne, embutidos, mantequilla, quesos.
Aumentar la calidad de grasa derivada de los pescados y aceite de oliva y reducir el consumo de colesterol, que existe en alimentos como los huevos o la bollería industrial.
DIETA. En aquellos casos en los que la cifra de colesterol es elevado, los especialistas aconsejan un seguimiento dietético-nutricional y la promoción del ejercicio físico.