Viernes 26 de Abril de 2024

Baile y música en funeral de Celso Piña

Miles de fans dieron el último adiós con aplausos y porras a El “Rebelde del Acordeón”

Notimex

Ciudad de México. –  Por última vez, el cantante y acordeonista mexicano Celso Piña estuvo en un escenario, donde al ritmo de “Aunque no sea conmigo” y “Los Caminos de la vida”, cientos de seguidores le dieron el último adiós.

Un pequeño entarimado fue colocado a las afueras de la Basílica de Guadalupe de Monterrey, donde tras la misa de cuerpo presente estaba planeado hacer sonar algunos de sus éxitos para acompañar la partida del cortejo fúnebre y así continuar con el recorrido por las calles que vieron crecer al “Rebelde del Acordeón”, cuyo destino final es el Cerro de la Campana.

“Ahorita, el dolor que tenemos todos, también me da gusto porque aparte del dolor hay alegría, celebra la gente su música”, aseguró Enrique al salir de la misa a la que asistieron miles de fanáticos que despidieron a Celso Piña con aplausos, porras y cantando su música.

“Celso es lo que siempre quería. Que no se aplatanaran (entristecerse) la gente, que siempre hubiera alegría, música y todo eso está ahora presente”, agregó su hermano.

Al finalizar la misa, el grupo musical que encabezó Celso, “La Ronda Bogotá” interpretó el repertorio más famoso del músico, todas coreadas y aplaudidas por los miles de fanáticos que transformaron el atrio de la Basílica en una pista de baile.

La ceremonia religiosa concluyó, el féretro se cerró y fue llevado ante el escenario armado previamente por la empresa de representación del cantante. Ahí se mantuvo por varios minutos, rodeado de sus fans que no dudaron en cantar y bailar en honor a su artista, a quien le aplauden que siempre fue uno de los suyos, del pueblo, y que nunca “se le subió” la fama.

Fue a las 12:00 horas cuando los restos mortales del regiomontano ingresaron a la Basílica, recinto que lucía a su máxima capacidad. Rápidamente los celulares comenzaron a aparecer para grabar el momento y capturar una última imagen de él, aunque fuera en su féretro.

Oficiada por el padre Juanjo Martínez, la misa inició instantes después y, tras comentarios de la tristeza colectiva que se percibía en el recinto, comenzó la ceremonia.

“Hoy que estamos despidiendo a nuestro hermano Celso, quiero decirles que debe ser un momento de alegría en la fe, tristeza en el corazón porque físicamente ya no estará con nosotros, pero alegría en la fe porque su legado trasciende y eso es lo que el Señor quiere”.

Al centro de la Basílica el féretro, el cual la familia decidió abrir, y a su alrededor imágenes del intérprete de Cumbia sobre el río, Cumbia poder y Reina de cumbias, por mencionar algunos de sus éxitos.

“Sabemos que los caminos de la vida son difíciles, no son como pensamos, y en ningún momento pensaron que sería así la partida”, continuó el padre. “Familia, la tristeza nos va invadir, pero continúen su legado. La misión de Celso no se acaba, continúa”.

Gritos de “¡Arriba Celso”, porras y aplausos interrumpieron por momentos la emotiva ceremonia en la que algunos fans no pudieron contener las lágrimas.

La familia Piña vivió en una humilde vivienda en la Calle Octava 1517 del Cerro de la Campana, después de que el lugar fue invadido por una migración de campesino de los estados de San Luis Potosí Zacatecas, centro del país, que huyeron de una severa sequía que afectó a esa región.

A principios de los setenta, el Cerro de las Campanas contaba con “sonideros”, un sistema de bocinas conectadas a un tocadiscos que reproducía disco de música colombiana conocida como Vallenato que llegaron a Monterrey a través de los Estados Unidos.

En esa época Piña se quedó prendido por esa música y dijo: “Sí en disco se oye bonita, en vivo se oirá mejor y yo me voy a encargar de eso”, recordó su hermano Enrique.

El joven Piña intentó reproducir en un pequeño acordeón el sonido de las cumbias: “Las reproducía hasta que los discos terminaron rayados”, dijo su hermano.

La despedida del músico que encabezó la Ronda Bogotá terminó frente a su domicilio del Cerro de la Campana, donde ciento de fanáticos cantaron y bailaron su música.

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