Jueves 25 de Abril de 2024

Bitácora

  La Comisión Estatal Ejecutiva de Atención a Víctimas dio a conocer la cifra aterradora de 74 feminicidios o muertes violentas contra mujeres en el estado, durante el año 2018, o sea, más de seis mujeres murieron a manos de personas cercanas, en su mayoría esposos, parejas sentimentales o novios durante el año pasado o, […]

 

La Comisión Estatal Ejecutiva de Atención a Víctimas dio a conocer la cifra aterradora de 74 feminicidios o muertes violentas contra mujeres en el estado, durante el año 2018, o sea, más de seis mujeres murieron a manos de personas cercanas, en su mayoría esposos, parejas sentimentales o novios durante el año pasado o, en pocas palabras, más de una por semana.

Jorge Vega Arroyo, comisionado de la CEEAV informó que, de las 74 difuntas, 13 eran de la Huasteca y dos de Ciudad Valles, pero lo inquietante es que haya suficiente encono, odio, machismo o misoginia como para que todas ellas hayan muerto a balazos o heridas por armas punzocortantes, como cuchillos o machetes. Hay que recordar que este es el siglo XXI y todavía tenemos que enterarnos de cosas así de perversas y horridas.

Lo peor de todo es que el diagnóstico de la CEEAV apunta a que se tiene entendido que las mujeres que murieron a manos de quien debió de protegerlas o al menos dejarlas en paz, ya habían experimentado casos de violencia extrema, antes de su acaecimiento, pero, de acuerdo con esta Comisión, el miedo de las mujeres a quedarse sin sustento las disuadió de hacer las denuncias a tiempo para que las bestias que las maltrataban terminaran en la cárcel, antes de acabar con sus vidas.

El diagnóstico podría ser erróneo, porque al menos en la Huasteca y en el país completo, se tienen cifras a partir de encuestas de población de que uno de cada tres hogares está encabezado por una mujer que sostiene económicamente a sus hijos, a sus padres y a otros familiares incluso, es decir, tiene muchos años que las mujeres saben que son autosuficientes y que no necesitan de nadie para mantenerse. El problema es más de orden psicológico, porque los agresores de mujeres fueron criados a la usanza machista y porque no cabe duda de que la mayoría de las mujeres maltratadas no tuvieron la asesoría social y legal para alejarse del peligro que terminó por asesinarlas.

Es un tema más profundo y complejo que ése que propone la CEEAV de quedarse sin despensa, es un asunto de costumbres manidas, de tradiciones rancias que atan a muchas mujeres que siguen con sus parejas porque incluso están amenazadas por éstas de que si se van, se mueren. Es un problema de formación y de cultura. Por eso es importante que el machismo se erradique de las primarias y de las secundarias, para que muchos hombres aprendamos a entender que las mujeres son entidades sociales que tienen derecho a lo que se les plazca y que no son propiedad ni siervos de nadie. Es algo más vergonzoso, porque da pena que 74 mujeres hayan muerto a balazos por sus esposos psicóticos o por sus novios desquiciados, cuando muchos quizá miramos de soslayo ese maltrato y abuso constante.

Es un juego perverso en el que la mujer se mantiene sometida a una relación, bajo el yugo de la amenaza de perder la vida y, paradójicamente, por quedarse,  buscando la salvación, la pierden.

Hace un buen tiempo, una mujer bajó de un carro en plena carretera y baleó a su pareja, que se había estacionado para dejarla a la vera del camino, después de una discusión que incluía amenazas de muerte contra ella y sus hijos. Enfrentó un proceso jurídico por la muerte de su pareja y se metió en problemas, pero las golpizas y advertencias la empujaron al acto criminal. Todos alrededor de esta pareja sabían lo que pasaba entre ellos y callaron. Así de callados estamos ahora.

Notas Relacionadas