Jueves 28 de Marzo de 2024

Bitacora

Por primera vez desde hace casi dos meses y medio –porque el último que los atendió fue Gilberto Almendárez Marín-, los agremiados del Sindicato de la DAPAS se encontraron cara a cara con un funcionario de primer nivel, como el secretario del Ayuntamiento Raúl García Salazar y, como lo hicieron en el amparo que promovieron […]

Por primera vez desde hace casi dos meses y medio –porque el último que los atendió fue Gilberto Almendárez Marín-, los agremiados del Sindicato de la DAPAS se encontraron cara a cara con un funcionario de primer nivel, como el secretario del Ayuntamiento Raúl García Salazar y, como lo hicieron en el amparo que promovieron en el Juzgado Quinto, que es el 456/2018, exigieron que el alcalde los atendiera, cosa que no ocurrió. El secretario apuntaba en unas hojas los detalles de la lucha que han seguido los del Sindicato y escuchaba aparentemente con atención.

Alejandro Ballesteros Corona, sin rasurar, con apariencia de mucho cansancio y olvidando el papel vehemente que suele adquirir cuando pide algo, le relató a Raúl García todo el trajinar que han tenido que pasar porque, de acuerdo con ellos, nadie les ha querido atender. La frase “de manera pacífica” sonó muchas veces, porque los 25 sindicalizados que estaban en Cabildo no actuaban de manera beligerante.

La cosa está así: el Sindicato promovió el amparo para que el alcalde los atienda, pero en caso de que Adrián Esper los atendiese antes de los términos jurídicos de la resolución del juez quinto, entonces por ley tienen que desechar la promoción de ese amparo, porque el juez no tendría para qué seguir trabajando. Es decir, en cuanto los atendiera el alcalde, el amparo perdería vigencia y Ballesteros tendría que notificar al magistrado, porque su promoción quedaría sin efecto.

Este último párrafo explica algo que el secretario del Ayuntamiento no entendió o no quiso entender, porque cuando le tocó hablar, Raúl García explicó que él preferiría que la situación siguiera su cauce jurídico, en lugar de que los atendiera Adrián Esper y, por más que porfió Ballesteros para explicarle que los sindicalizados preferirían ser atendidos a seguir con el amparo, Raúl García no la cachó.

El asunto es que el Sindicato se veía fatigado. Ballesteros traía una barba incipiente en mentón y su camisa corporativa se veía desaliñada. Los demás compañeros de él estaban tan sosegados que cualquiera que ha vivido durante años en Valles se habría dado cuenta de que el movimiento está exhausto, con ganas de hablar, de acordar o de negociar.

Sin embargo, la consigna de Raúl García, el secretario, fue salir a decir que el Ayuntamiento prefiere establecer su pleito en el Juzgado Quinto a platicar con esa directiva que ha ocupado el exterior de la DAPAS desde el 31 de octubre, sin conseguir nada, en serio nada.

De hecho, Raúl García parecía que solamente había salido a hacer la cortesía de escucharlos, pero sin ninguna solución, porque obviamente estaba actuando conforme a un guión, no conforme a su capacidad negociadora, que quien sabe si la tenga. Fue como un “sí, yo le digo”, que dejó en igualdad de circunstancias a los del Sindicato que iban a regresar al campamento del kilómetro 1 de la carretera Valles-Mante.

Es la primera vez que el Sindicato casi ruega por ser tomado en cuenta, en lugar de imponer condiciones y es la primera vez que un alcalde se planta en su decisión de no negociar con ellos,  con el argumento de que es el Sindicato, más que los negocios de no cobro de un porcentaje del agua, los que están devastando al organismo operador.

Ahora sí que vamos a tener que esperar a ver qué dice el juez quinto y a ver qué se resuelve de todo este trabuco de meses que afecta indirectamente a todos, porque quién sabe qué calidad de agua le estén enviando a la ciudadanía.