Miercoles 24 de Abril de 2024

Muñoz Ledo, Ovalle y Bartlett: el resucitar del echeverrismo

El verano del 2018 será recordado como la etapa donde México intentó reconstruir su clase política, donde un presidente en funciones se esfumó de la escena pública y después de unas elecciones copiosas, se anunció la transformación de México, pero todo siguió igual. Ahí está la misma generación de políticos de tiempos de Luis Echeverría, […]

El verano del 2018 será recordado como la etapa donde México intentó reconstruir su clase política, donde un presidente en funciones se esfumó de la escena pública y después de unas elecciones copiosas, se anunció la transformación de México, pero todo siguió igual. Ahí está la misma generación de políticos de tiempos de Luis Echeverría, ahí están los anuncios de construcciones faraónicas, ahí están las postales de hombre fuerte que va camino a la veneración, ahí siguen los nombramientos desde la visión de un solo hombre, ahí permanece la tentación de hacer política pública, las aficiones deportivas del presidente electo, ahí está presente la resurrección de las políticas sociales que huelen a más corrupción y un corporativismo caduco.

El verano de 2018 es la continuidad de las políticas neoliberales, es la continuidad de la clase empresarial que acumuló riqueza al amparo de las reformas de los últimos cuatro gobiernos federales, es mantener la inercia de la desigualdad, es la misma ruta de la depredación medio ambiental al amparo de la construcción de infraestructura a capricho del gobernante en turno, los tiempos del verano del 2018 se parecen mucho y tienen un tufo pestilente del echeverrismo, del lopezportillismo, del salinismo, del zedillismo, del foxismo y por supuesto del peñanietismo.

Ejemplos sobran, el verano del 2018 presenta la resurrección de viejos políticos que tienen un historial de corrupción que asombra a cualquiera que quiera indagar en la historia política reciente del sistema político mexicano. Como zombis han regresado personajes como Porfirio Muñoz Ledo, Ignacio Ovalle, Manuel Bartlett, Alfonso Romo, Alfonso Durazo, Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard, todos herederos de lo que se presumió como la mafia del poder y quienes hoy ocuparán un lugar de privilegio para echar a andar la transformación del país.

Manuel Bartlett Díaz ocupará la Comisión Federal de Electricidad (CFE) sin tener ninguna experiencia en el sector. La única experiencia de Bartlett Díaz es en el terreno político de viejo régimen, su experiencia es haber recorrido todos los caños del sistema político nacional, imponer, amedrentar, amenazar, desaparecer, azuzar, aterrorizar son las postales de presentación del hoy hombre fuerte de Andrés Manuel López Obrador para presidir la CFE.

El anunció de Ignacio Ovalle Fernández como titular de la Seguridad Alimentaria Mexicana, vuelve a México al país de blanco y negro, al país que recreó Luis Buñuel en la película Los Olvidados, es el regresó al país de José López Portillo y su Sistema Alimentario Mexicano (SAM). Si Manuel Bartlett viene de los caños malolientes del sistema político mexicano, Ovalle Fernández caminó los mismos pasillos. A él se le debe la creación de los famosos tortivales, la creación de las clínicas Imss-Coplamar y la liquidación de la Comisión Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) y ahora como zombie político se apresta a ocupar un asiento en el primer círculo del próximo gobierno federal.

Una tercera postal del México de blanco y negro es la presencia de Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega quien será de nueva cuenta legislador y será quien encabece la presidencia de la Cámara de Diputados para entregarle la banda presidencial al presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Muñoz Ledo viene como Bartlett y Ovalle de los mismos senderos del priismo echeverrista, titular de la Secretaría del Trabajo, de Educación Pública, embajador en la ONU, priista, perredista, aspirante presidencial en el año 2000 por el Partido Auténtico de la República Mexicana (PARM), senador, diputado federal y con un cúmulo de escándalos, Muñoz Ledo es parte de los tres zombis políticos que transformarán a México.

Por eso el verano de este año está repleto de anuncios, se hará el Tren Maya y se ampliará su recorrido, se hará el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México a pesar de la retórica usada en la campaña, se harán recorridos casa por casa para atender necesidades sociales y se hará un censo de esas familias para iniciar un nuevo corporativismo social, se hará una refinería sin importar los costos financieros y medio ambientales, se harán cien universidades públicas en diversas regiones del país, para meter a todos los jóvenes a la educación superior sin analizar costos o perfiles y lo último, como al presidente le gusta el beisbol se va a impulsar el bat y el guante para próximas listas de útiles escolares.

¿Estamos ante el retorno al pasado? ¿Es el lopezobradorismo una película de ficción? ¿Es el echeverrismo resucitado? ¿Es el regreso de la guayabera como indumentaria oficial? ¿Es de nuevo aspirar a ser moderno con recetas y personajes del pasado más siniestro? ¿Es el nuevo oficialismo que viene con una prensa escrita y una televisión complaciente? ¿Viene en la transformación de México un talk show presidencial como un renovado culto a la personalidad? ¿Serán los gobernadores testigos omisos ante la figura presidencial? ¿Elba Esther Gordillo, Carlos Romero Deschamps, Martín Esparza, Víctor Fuentes y Víctor Flores, los líderes sindicales más corruptos del país serán puntales de la transformación del país?

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